miércoles, 18 de enero de 2012

5 =) Al Descubierto

El viaje de regreso fue silencioso, eso me permitió divagar.
Traté de pensar que no todo estaba perdido.
Victoria estaría muy asustada como para volver.
Creo que una jauría de licántropos y todo un aquelarre serían motivos suficiente como para espantar a cualquiera, o por lo menos por un par de años.
Y cuando volviera, tal vez ya no estaríamos en Forks.
Sin duda que no se daría por vencida, yo nunca lo haría de estar en su lugar.
Pero tendríamos tiempo suficiente.
Tiempo para que Bella viviera, tiempo para soñar.

Contemple a Bella que miraba por la ventanilla del avión, pensando, soñando con los ojos abiertos.
Aun estaban un tanto inflamados a causa de las lagrimas derramadas por la separación de su madre.

—No estés triste—. Le dije cariñosamente.

Ella me miró unos momentos pero mantuvo el silencio. Acarició mi brazo en señal de respuesta y volvió a mirar por la ventanilla.

Me contuve se preguntar el motivo de su silencio, había motivos de sobra para estar triste sobre todo por los acontecimientos próximos.
Quería decirle que no había motivo para estar triste, que podría ver a su madre cuantas veces quisiera, pero creo que comprendía muy bien que si se empeñaba en mantener su decisión tal vez esta fuera la última vez que le viera.

Click clock, click clock… el reloj no paraba en su inclemente paso.
A cada segundo a cada hora estábamos más cerca.
No me sentía estúpido al creer que las cosas podría cambiar, siempre habría una ventana.
La graduación sería en un par de días, luego la universidad… nuestro matrimonio…. Aunque debo admitir que me encantaría alterar el orden de los últimos ítem a discutir.
Solo había una cosa que no transaría nunca y esa era su humanidad.
Iniciaríamos nuestra nueva vida, esta vez alejados de mi familia.
Comenzaríamos nuestra propia historia llena de vivencias humanas para Bella, llena de nuevas sensaciones, de nuevas experiencias.
Yo estaría a su lado, oculto en los días, viviendo en la oscuridad pero feliz de estar a su lado por todos los años que ella quisiera.

Ya sabría yo como enfrentar mis propios demonios, lucharía sin tregua contra mis necesidades, contra mis deseos.

Sueños, sueños, sueños. Sueños de hombre enamorado, esperanzas sin fin.


Las interminables horas de vuelo quedaron atrás y nos encaminamos en la carretera rumbo a nuestro hogar, a la realidad.

Atrás quedó Seattle, atrás el gris de la ciudad, el ruido, las miles de voces haciendo eco en mi mente y poco a poco todo se fue pintando de verde, pequeños fragmentos en un comienzo para luego transformase en una gran maza de árboles de todas las especies y tonalidades. Árboles de diferentes alturas y formas.



Entonces la curiosidad por el extraño mutismo de Bella fue más grande que mis ensoñaciones, que mis tontas esperanzas.


—Llevas mucho tiempo callada—. Le pregunté. —¿Te has mareado en el avión?—.

—No, me encuentro bien—.

Había pensado que la despida le había entristecido pero dijo que se sentía más aliviada que triste.
No comprendí el significado de sus palabras y le miré fijamente mientras trataba de comprender a que se refería.

—Renée es bastante más... perceptiva que Charlie en muchos sentidos. Me estaba poniendo nerviosa—.

Reí por su comentario tan acertado.
Su madre poseía un mente singular, sin duda muy interesante. Contrastaban en ella la perspicacia e intuición con un marcado toque infantil.
Esto le permitía ver las cosas de una forma diferente, cosas que el resto simplemente pasaba por alto.
Claro que aquello solo se logra cuando algo le llama profundamente la atención, tal y como lo habíamos hecho nosotros ese fin de semana.

El cielo lentamente fue cubierto por nubes, señal inequívoca que pronto llegaríamos.
Apague el motor y estacioné detrás del coche de su padre.
Mis dedos se deslizaron por su mejilla acariciando su cálido y suave rostro, sacándola de su ensueño, me miró con los ojos brillantes y me incline levemente sobre ella para besar su frente.

—Hemos llegado a casa, Bella Durmiente—. Le dije suavemente. —Hora de despertarse—.

Su padre esperaba por nosotros, había en él un rastro de impaciencia, nerviosismo.
Al parecer algo había sucedido esa mañana, algo que le hacia muy feliz.
Baje del coche y caminé humanamente hasta la puerta del copiloto mientras me concentraba en la mente difusa de su padre.
Y ahí estaba la causa de esa esperanzada alegría.

Abrí la puerta tratando de relajar mi cuerpo que se había vuelto repentinamente rígido.

—¿Pinta mal la cosa?—. Preguntó Bella al bajar del coche.

—Charlie no se va a poner difícil—. Le contesté haciendo un esfuerzo por no rechinar los dientes. —Te ha echado de menos.—

Cargué su bolso de viaje, a pesar de sus protestas, hasta la entrada y su padre nos dio la bienvenida…literalmente.

—¡Bienvenida a casa, hija! ¿Qué tal te ha ido por Jacksonville?—. Dijo eufóricamente.

Bella le comentó sus impresiones sobre la cuidad y me sumergí en la mente de su padre tratando de ver algo más.
Por su parte él no dejaba de lanzarme miradas nerviosas, no sabía realmente como tratarme, luchaba por dejar de tratarme como un patán pero supongo que nunca podría perdonarme completamente por lo que le había hecho a su hija.
Aun guardaba la esperanza de deshacerse de mi.

—¿Te lo has pasado bien?—. Dijo luchando en contra de la costumbre de ser gratuitamente grosero.

—Sí —. Le contesté. —Renée ha sido muy hospitalaria—.

—Esto..., hum, vale. Me alegro de que te divirtieras—. Agregó para luego abrazar a su hija nuevamente.
Estaba realmente feliz de que volviera.

—Impresionante —. Susurró Bella mientras aun le tenía abrazada y él rió de buena gana diciendo que le había extrañado, sobre todo a sus habilidades culinarias.
Y entonces le dijo:

—¿Podrías llamar a Jacob lo primero de todo?—

El chico llevaba llamando cada cinco minutos desde esa mañana.
Charlie estaba intrigado y entusiasmado con la idea de que por fin estuviera en contacto con Bella nuevamente.
Albergaba esperanzas de tenerle como hijo político.

—Le he prometido que haría que le llamaras antes de que te pusieras a deshacer la maleta—.

Pensé que solo una cosa podría querer con tanta urgencia Jacob Black y esa era contarle todo lo que había sucedido ese fin de semana.
No lograría nada con eso, solo asustarla. Ella jamás estuvo en peligro realmente. No junto a mi.
No lo estaba ahora y nunca lo estaría nuevamente.

Me concentré en mantenerme sereno, ocultando mi rabia, deseando que él dejara de entrometerse en nuestros asunto.
¿Acaso no comprendía que ella era mi? ¿Que era a mi a quien amaba?
No, supongo que no lo hacía, los perros nunca han sido muy inteligentes después de todo.
Se les puede enseñar unos cuantos trucos pero nada más que eso.

—¿Jacob desea hablar conmigo?—. Le preguntó un tanto incrédula y su padre le prometió que así era, que él deseaba hablar con ella con toda su alma.


—No ha querido decirme de qué iba la cosa, sólo me ha dicho que es importante—.


¡¡Maldito Jacob Black!!

Entonces el teléfono sonó y su padre apostó que era él nuevamente.
Bella se encaminó rápidamente hacia la cocina para contestar el supuesto llamado de Jacob.
Le seguí resignadamente. De todas maneras no era probable que le contará nada esa noche.


El corazón de Bella comenzó a latir rápidamente y aunque estaba de cara a la pared no era difícil adivinar la expresión en su rostro.
Nunca terminaría de comprender como podía estar tan fuertemente unida a esa pestilente criatura.

Me apoyé en el marco de la puerta, prestando atención al lenguaje corporal de Bella.
Se veía nerviosa, intrigada tal vez por las insistentes llamados.


—Porque llevo en casa exactamente cuatro segundos y tu llamada interrumpió el momento en que Charlie me estaba diciendo que habías telefoneado—.

No estaba bien de mi parte el espiar la conversación de Bella de esa forma, pero no podía hacer nada para evitarlo. Además me alegró el tono que utilizó Bella para demandar las razones por la cuales él atosigaba a su padre.

Sabía que si me acercaba un poco más sería fácil escuchar la voz del maldito perro al otro lado de la línea pero no estaba bien que la espiara de esa forma.
Pero sin poder evitarlo mis pies se adelantaron y terminé por escuchar claramente la voz de Jacob.

—Necesito hablar contigo—.

Respiré hondo, evitando que un gruñido subiera por mi garganta.

—Seguro, pero eso ya lo tengo claro. Sigue—. Le contestó Bella un tanto enfadada y eso me tranquilizo.


—¿Vas a ir a clase mañana?—. Preguntó el chico después de un corto momento.

—Claro que iré, ¿por qué no iba a hacerlo?—.

—Ni idea. Sólo era curiosidad—.

La pregunta casi inofensiva tensó mi cuerpo por completo. ¿Por qué se interesaba por ese común acto. Por que no asistiría al instituto?
Estábamos en los finales, solo faltaría si se encontrara incapacitada de hacerlo y ese no era el caso.
Amenos que él pensara que así era.

—¿Y de qué quieres hablar, Jake?—. Preguntó Bella pero escuche como dudaba antes de contestarle.


—Supongo que de nada especial. Sólo... quería oír tu voz—.

—Sí..., lo entiendo... Me alegra tanto que me hayas llamado, Jake. Yo... —. Entonces fue ella quien dudó ahora. ¿Lo hacia por mi, por mi presencia? ¿Que le habría dicho si yo no me encontrará ahí casi junto a ella?

Solo eran estúpidos celos, no me permitiría tener esos sentimientos y menos a causa de un chucho.


Pero algo me decía que había otro tras fondo en el llamado.
Él sabría que yo estaría ahi, Bella le había dicho que acababa de llegar.
¿Era con ella con quien realmente quería hablar?

—He de irme—. Agregó de pronto al otro lado de la línea.

—¿Qué?—. Dijo Bella escépticamente.

—Te llamaré pronto, ¿vale?—

—Pero Jake...—.

Y él cortó el teléfono.
Bella se quedó ahí, con el auricular en las manos sin poder dar crédito al tono de escucha.



¿Que era lo que Jacob quería?
De todas formas solo había una respuesta lógica.
Seguramente quería echar por tierra todo lo elaborado ese fin de semana, todo.

—¿Va todo bien? —. Pregunte con desconfianza en voz baja.

Ella giró lentamente hacia mi.

—No lo sé. Me pregunto de qué va esto—. Su expresión era desconcertada.

—Tú tienes más probabilidades de acertar en esto que yo —. Le dije tratando de sonreír un poco.

—Aja —. Contestó levemente.

Me acerque a la encimera sin perderla de vista por un minuto.
Podía ver que su cerebro ya comenzaba a buscar alguna explicación al actuar de su supuesto amigo.
Ella le conocía mejor, tal vez logrará ver el trasfondo del extraño llamado.
Luego se movió por la cocina de aquí para allá preparándose para comenzar a elaborar la cena para su padre.
Extrajo un paquete del refrigerador y a medió camino se quedó inmóvil, entonces de su dedos se escurrió el paquete como si se tratara de una sustancia liquida.
Lo atrapé antes de que se estrellara contra el piso y lo tiré sobre la encimera.
Tomé a Bella en mis brazos y le sujeté fuertemente envolviéndola casi completamente mientras mis labios tocaban su oído y le preguntaba que era lo que iba mal.
Pero ella no contestó y solo negó con la cabeza.
Permaneció así sin decir nada.
Su pulso estaba acelerado producto del miedo o de lo que fuera que sentía en ese momento.
¿Que era lo que había comprendido?.

Que él no le hubiera contado en ese momento no significaba que no lo haría en el futuro. ¿Esperaría a que me marchara?
Sin duda que no se presentaría en la ciudad, el tratado se lo impedía.
Solo una vez había vuelto y eso fue en calidad de portavoz de la manada.
¿Que tenía que ver esto con la asistencia de Bella el día de mañana? ¿De eso se trataba?

Bella permanecía enmudecida y le sacudí levemente por los hombros. Debía saber lo que estaba pensando.

—¿Bella? —. Dije ansiosamente.

—Creo... creo que simplemente estaba haciendo una comprobación. Quería asegurarse de que sigo siendo humana, a eso se refería—.

Maldito perro, siempre inmiscuyéndose en nuestros asuntos y me fue imposible controlar el gruñido de mi pecho.

—Tendremos que irnos—. Susurró suavemente—. Antes. De ese modo no se romperá el tratado. Y nunca más podremos regresar—.

Mi felicidad, mi futuro dependía complemente de mis enemigos, de mis vigilantes.
Le apreté un poco más a mi cuerpo.

—Ya lo sé—. Tendríamos que marcharnos, se fugitivos por siempre y nunca más volver.


—Ejem —. Dijo su padre desde la puerta de la cocina.

Bella pegó un pequeño salto en mis brazos.
No le había escuchado acercarse. Me encontraba tan absorto en mis pensamientos que me había sorprendido.
Me recliné nuevamente contra la encimera haciendo todo lo posible por controlar el odio que sentía en ese momento.
Odio por Jacob Black y por todos lo Licántropos que no dejaban de entrometerse en nuestros asuntos.

—Si no quieres hacer la cena, puedo llamar y pedir una pizza —. Sugirió su padre.

Pero Bella respondió que no habría problema, que la estaba preparando.

Esa noche me retiré antes de la cena, no sin antes prometerle que volvería en un par de horas.
Besé sus labios unos segundos mientras su corazón dejaba de latir y fui rumbo a casa.
Debía hablar con mi familia.



Alice dijo que Carlisle habló con el macho Alfa…Sam, luego del altercado de Emmett y el Licántropo.
Tratando de evitar que estallara la batalla.
Jasper controló los ánimos de todos y logró manejar la situación, gracias a él todos estaban ilesos.

Carlisle les recordó nuestro estilo de vida y ambos coincidieron que el único vampiro peligroso en ese momento era Victoria y ella se encontraba ahora en la reservación.
Emmett y Jasper solicitaron permiso para cruzar y darle caza pero los muy estúpidos se negaron.
Entonces se desconocía el paradero de Victoria aunque seguramente ya se encontraba a kilómetros y kilómetros de distancia, sin intenciones de volver en un muy largo tiempo.


Lo único que se había herido ese fin de semana había sido el orgullo de mi querido hermano.

—He apestado un día completo—. Dijo cuando le pregunte sobre el asunto. —No había sido mi intención aterrizar sobre un chucho hediondo pero por lo menos amortiguó el buen golpe que me hubiera dado—. Continuó bromeando. —Rosalie ha usado todas las fragancias que tenia en el baño pero el olor no se iba. Ha sido un verdadero fastidio.
Si tan solo hubieras estado aquí Edward, a sido lo mas emocionante que he vivido en muchos años…. Haaa—. Dijo suspirando. —Nada como una buena casería—.


—Me alegra que te diviertas en mi ausencia. Pero creo que Rosalie no lo ha pasado tan bien como tu—.

—Es verdad. Compruébalo tu mismo—. Dijo Rosalie mientras me mostraba su desesperado recuerdo.

Vi en su mente la alegría de la caza transformarse en un angustiante deseo protector hacia mi hermano.
Emmett corría delante de ella, Victoria lo hacia solo unos metros delante de él.

—No es junto Rosalie, yo quería mostrarle—. Se quejó Emmett en ese momento.

—Esta bien, quiero ver exactamente lo que ha pasado—.

Cerré mis ojos mientras sus mentes me entregan la misma escena desde diferentes perspectivas. La inconciencia de mi hermano, la desesperación de Rosalie.

Emmett decía la verdad, estuvo solo a medio de metro de alcanzar a Victoria, ella salto de pronto sin que Emmett alcanzara a cambiar el curso de su salto.
Rosalie por el contrario lo vio venir pero ella se encontraba detrás de mi hermano, sin poder hacer nada.
Pero si logro defenderle cuando el licántropo se mostró amenazador.
Emmett le contempló perplejo lleno de orgullo y de deseo.
Sacudí la cabeza tratando de borrar ese último recuerdo.

—A sido interesante—. Le dije ocultando una avergonzada sonrisa.

—No lo he podido evitar—. Agregó mi hermano.

—¿Qué?… —. Preguntó Rosalie. —¿Qué a pasado? ….—. Volvió a preguntar esta vez un poco molesta por nuestro silencio y al ver la estúpida sonrisa que tenia Emmett en ese momento. — ¡¿Qué te ha mostrado?!—. Agregó exigentemente.

—Nada, nada. Que podría mostrarme. Es solo que te ama, eso es todo—.

—¿A sí? Pues si lo hace deberá tener más cuidado la próxima vez. ¿Esta bien?—.

—Soy un vampiro Rosalie, un vampiro que persigue venados. ¿Donde esta la diversión en eso? —

—Yo te mostraré la diversión—. Dijo mi hermana en un doble sentido que me hizo bajar los ojos, darme la media vuelta y comenzar a alejarme de ellos.


Odiaba asistir a esas muestras de cariño. Nada más horroroso para mi que asistir a los lujuriosos pensamientos de mis hermanos.

—Mmmmm. Será mejor que me marche.— Dije pero parecieron no escucharme realmente… o verme siquiera y me encaminé hacía la casa de Bella.

Sabía muy bien como terminaría todo eso.
Correrían por el bosque alejándose de todos y de todo. Por la mañana volverían aun más enamorados que nunca.

Algún día yo también correría de la mano con Bella de esa manera, algún día no habría diferencia entre el día y la noche para nosotros.
Tendríamos la eternidad por delante y la recorreríamos tomados de la mano.
Le apretaría contra mi cuerpo sin temor de hacerle daño y sin temor a romper sus huesos con mis ardientes caricias, seria libre, sin temor a mi deseo.
Me entregaría a ella y sería por siempre su esclavo, dispuesto a cumplir todos y cada uno de sus deseos.

Me detuve en el medio de bosque. Mi respiración se había acelerado y ahora jadeaba ruidosamente.
No era un buena idea ir a su casa en esas condiciones pero no haría nada que pudiera hacer. Debía estar con ella.
Bella estaría en su dormitorio, esperando por mi, sentada sobre su cama, con las piernas cruzadas y el cabello mojado por el baño que seguramente había tomado.
Tendría olor a flores, a frutos de bosque y madera.
Retiraría los cabellos que caían levemente sobre su rostro, le besaría y ….

Y eso era todo lo que haría, mis manos no recorrerían insaciablemente su cuerpo, mis labios no buscarían su cuello, mi cuerpo no se pegaría al suyo…

¡¡Rayos!!
Era sin duda el ser mas miserable sobre la faz de la tierra.
Resignado retomé nuevamente mi camino hacia su casa, esta vez sin correr, caminando humanamente. Dándole tiempo a mi cuerpo y a mi mente para calmar sus instintos.
Llegar a su lado en esas condiciones era sin dudas una verdadera estupidez y no me permitiría hacerlo.
Además habían otras cosas mas importantes en esos momentos que atender.
Asuntos mas complicados… más fétidos.


La noche se fue rápidamente mientras contemplaba su rostro y pronto fue un nuevo día.
Escuché la voz mental en mi mente un poco antes de sentir su olor en el aire.
Faltaba unos minutos para llegar al instituto y Jacob nos esperaba ahí.
Así de eso se trataba todo. Pero contrarío a lo que Bella creía, comprendí que era a mi a quien él esperaba.
Podría seguir de largo y no entrar en el instituto. Podría conducir sin rumbo definido ¿Pero como le explicaría mi actuar?.
¿Mañana también me esperaría? Podría eludirle entonces?
No. Creo que no lo haría.
Además no me mostraría como un cobarde, sin duda que no lo era. Y no era al él a quien yo temía de todos modos.
Temía muchas cosas. El no poder controlarme, el que algun humano sospechara más de la cuenta. Muchas cosas podían pasar, pero tenerle… nunca.

Tal vez lograría que se quedará en el coche… Pero no lo haría, no sin antes darle una buena excusa o alguna explicación llena de detalles y aristas. Pero de todas manera lo intenté.

—Si te pido que hagas algo, ¿confiarás en mí? —. Le pregunté aferrando fuertemente el volante entre mis manos.

—Eso depende—. Respondió mientras entrábamos en el estacionamiento.

—Ya me temía que dirías eso—.
De eso estaba tan seguro como que la noche precede al día.

—¿Qué deseas que haga, Edward?— Preguntó sin apartar la mirada de mi rostro.

Contesté tontamente esperanzado que debía permanecer en el coche hasta que volviera por ella.
Como todos los dias me estacioné en mi sitio habitual y seguí la voz mental de Jacob Black hasta el lugar donde se encontraba.

—Pero, ¿por qué?— Dijo Bella entonces y sus ojos se desviaron de mi rostro y fue entonces que comprendió el motivo de mi reacción.

Ahora sería imposible convencerla que lo hiciera pero creo que nunca estuve ni remotamente cerca de lograrlo.



—Oh—. Salio de su boca.

Giré hacia ella para observar su reacción pero seguía mirando al frente, en dirección hacia donde él se encontraba.

—Anoche te precipitaste en llegar a una conclusión equivocada —. Dije suavemente.

Cuando Jacob preguntó si asistiría a clases, lo único que quería era confirmar mi presencia junto a ella, quería un lugar seguro y concurrido para hablar.

—No me voy a quedar en el coche —. Agregó obstinadamente.

Apreté los dientes resignadamente. Claro que no lo haría. Había sido verdaderamente estúpido de mi parte el pedirle que se mantuviera segura en el coche … ¿En que estaba pensando cuando le propuse la idea?

—Bien, acabemos con esto de una vez—.

Caminamos hacia él consiente de la atención que acaparaba en ese monto, consiente que era y seriamos observados y escuchados por un creciente número de humanos.
Sostenía la mano de Bella firmemente y al detenerme unos un par de metros delante de él, interpuse mi cuerpo entre ambos, protegiéndola completamente.

—“Asqueroso chupa sangre”— Lanzó el chico en su mente.

Maldito perro hediondo pensé yo en la mía.
Cual era la finalidad de su maldita visita?
Venia nuevamente como mensajero de la manada.
Un incidente como el vivido el sábado pasado, no debía volver a ocurrir y no volvería a ser pasado por alto por la manada de La Push.
La próxima vez sería visto como un abierta provocación y el tratado se daría por violado y terminado.
Deberíamos marcharnos para siempre o enfrentarnos.
Pero detrás de todo eso, detrás de mascará de vocero existía el deseo latente y palpable de ver a mi Bella nuevamente.

¡¡Maldito sea, maldito!!
Me enfoqué en calmar mis arrebatados impulsos y me contuve de romperle el cuello de una vez por todas.


—Podrías habernos llamado — Dije fría y secamente. Aquella no era una visita de cortesía. Él no era bienvenido en ese lugar.

Se disculpó sarcásticamente haciendo una mueca de repulsión. Repulsivo era lamer sus propios genitales, a eso debería tenerle repulsión.

—No tengo sanguijuelas en mi agenda—. Y sin duda que prefería ser sanguijuela que tener pulgas.

Me enfoqué nuevamente en tranquilizarme…. De nada servía dejarme llevar por mis sentimientos.

Sugerí que la casa de Bella era también un buen sitio para hablar, sin duda que era el mas idóneo en esos casos, pero al parecer mis ideas no le parecían adecuadas.

—Este no es el sitio apropiado, Jacob. ¿Podríamos discutirlo luego?—

—Vale, vale—. Agregó coloquialmente, comparando mi hogar con un cripta y diciendo que pasaría por ella cuando terminaran las clases. —¿Qué tiene de malo hablar ahora?—

Su último comentario no hizo más que confirmar su falta total de inteligencia.
Miré a nuestro alrededor, el grupo de estudiantes se había incrementado impresionantemente y a cada segundo se unía uno más al grupo de curiosos humanos anhelantes de alguna distracción y nada mejor que una riña matutina para alegrar sus insípidas vidas.

Le recordé que ya conocía el motivo de su visita, que el mensaje estaba entregado y que podíamos darnos por advertidos.
Hablé bajo, tratando que la propia Bella pudiera escuchar mis reveladoras palabras.
Pero mis intentos fueron inútiles y ella leyó la duda y la preocupación en mis ojos.

—¿Avisados? —. Preguntó en cuanto desvié mi delatora mirada. —¿De qué estás hablando?—.


—¿No se ló has dicho a ella? —. Preguntó casi indignadamente. —¿Qué?, ¿acaso temes que se ponga de nuestra parte?—


Amablemente le pedí que parara pero había duda que con él las buenas maneras no fusionaban y preguntó el por que debería hacerlo,
Entonces pude sentir los ojos de Bella sobre mi exigiendo saber lo que verdaderamente sucedía.
Pero no podía decir nada, no era el lugar adecuado para pedir disculpas, no delante de todos, no delante de él.
Sin inmutarme seguí mirando fijamente a Jacob y en su rostro se insinuaba una mueca idiota de triunfo cuando Bella le preguntó sobre el asunto.

¿Qué era lo que verdaderamente ganaba con todo eso? Sin duda que el corazón de Bella no, aquel era todo mío.

Entonces le vi. modular lentamente cada palabra que salía de su inmunda boca, contándole el enfrentamiento que había protagonizado mi hermano con el otro licántropo, un tal Paul.
Traté de bajarle el perfil al incidente declarando que el sitio del incidente no pertenecía a ninguno de los dos bandos realmente pero a él no le pareció que eso fuera cierto, se sintió ofendido y su cuerpo comenzó a temblar producto de la irá que sentía en ese momento.

Era tan fácil perder el control sobre ellos mismos. ¿Cómo Bella no podía verlo, como no comprendía lo que estaba justo delante de sus ojos?

Y como era obvio sus palabras solo lograron alterar a mi prometida.
Angustiosamente quiso saber que había sucedido y si ese tal Paul estaba bien. Traté de tranquilizarle, no existía motivo para estar tan preocupada, nada ocurrió de todas formas, nada importante para darle tanta importancia. Solo la minúscula posibilidad de una guerra y la visita de una trastornada vampira.
Además como había dicho Carlisle “Lo importante es que nadie salio lastimado”. No debía inquietarse.

La mueca burlona de Jacob desapareció completamente y la incredulidad ocupo su lugar.

“Condenado Vampiro del demonio, no lo puedo creer”. Agregó en su mente.

—No le has contado nada en absoluto, ¿a que no? ¿Ese es el modo en que la mantienes apartada? Por eso ella no sabe...—.

—Vete ya —. Dije dejando la educación a un lado. Ya no importaba si todo el instituto nos miraba en ese preciso momento, no me importaba mostrar mis afilados dientes al hablar y sobre todas las cosas no me importaba el arcaico tratado.
Tolo lo que importaba en ese momento era el detestable licántropo que estaba en nuestras tierras, deseando a mi compañera y exponiendo todos mis actos delante de ella y de todo el que pudiera escuchar.
Y ahora era yo el que inspiraba ruidosamente tratando de controlar mis instintos vampiricos y así evitar saltar sobre mi declarado enemigo.

—¿Por qué no se lo has dicho?—. Se atrevió a exigir.

“Eres una rata asquerosa, ¿Crees que de esa forma te amará? ¿Ocultándole el peligro al cual la expones?”

¿Como se atrevía a juzgarme? ¿Que había hecho él por ella? Nada, solo perturbarla una y otra vez.

Y de pronto sentí como el cuerpo de Bella comenzaba a sacudirse levemente hasta transformarse casi en espasmos.

—Ella ha vuelto a por mí—. Dijo ella angustiosamente.

Lo había descubierto.
Todas mis horas de sufrimiento, todo, todo el trabajo tirada por la borda.
Toda la incertidumbre, el miedo, la intranquilidad que demostraba con su cuerpo temblando contra el mío.
El ritmo acelerado por el miedo que sentía cuando solo pensaba en ello, la desesperación.
Eso no lo había pensado ese insensible ser que se paraba delante de nosotros jurando que era mejor que yo, que junto a el tenia un futuro.
Traté de tranquilizarle asegurándole que no pasaba nada.

—Nunca dejaré que se te acerque, no pasa nada—. Agregué mientras acariciaba su rostro reconfortándole. Luego me volví hacía el inmundo perro que tenia delante y le dije:

—¿Contesta esto a tu pregunta, chucho?—

—¿No crees que Bella tiene derecho a saberlo? —. Dijo desafiantemente argumentando que era su vida.

“¿A que le temes sanguijuela?”

—¿Por qué debe tener miedo si nunca ha estado en peligro?—. Dije en un susurro evitando que los espectadores lograran escuchar.

—Mejor asustada que ignorante—.

¿De esa manera le amaba? ¿Esa era su infantil forma de percibir y de demostrar amor? ¿De esa forma le protegería?
¿Acaso no podía ver el miedo que sentía Bella en ese momento?.

Sentí la necesidad de sentarla en mi regazo y acunarla entre mis brazos, prometerle que nunca dejaría que nada le lastimara, nada ni nadie. Y eso incluía a fétidos perros sobre desarrollados.
Retiré las lagrimas que comenzaban a caer por sus mejillas con la punta de mis dedos y encaré al estúpido animal.

—¿Realmente crees que herirla es mejor que protegerla?—.

Pero aseguró que Bella era fuerte, aun más fuerte de lo que yo creía.

—Y lo ha pasado bastante peor—.

Sus ojos brillaron llenos de odio y comprendí el significado de sus palabras.

El recuerdo de Jacob era vivido.
Todo indicaba que tal recuerdo se había generado estando transformado, la proximidad de su cuerpo contra el suelo cubierto de hojas, la falta total de color, la respiración acelerada, todo indicaba que era el recuerdo de un animal, de un lobo.
Olfateaba el aire, los helechos.
Era un olor conocido para mi, un olor que hubiera reconocido al otro lado del estado, un olor por el cual estaba dispuesto a matar para mantenerle a salvo.
El lobo rastreaba a Bella.

En un segundo, como un flash llegó a mi otro recuerdo.
Una suave llovizna caía sobre el bosque.
Pude ver, no muy lejos la silueta de Bella. Se encontraba en el suelo, cubría ssu cabeza con los brazos y sus rodillas permanecían pegadas a su pecho.
Supuse que tiritaba de frío, pero su expresión me decía otra cosa, me decía que lo hacia de dolor, un dolor que yo había provocado.
Vi la agonía en su rostro, en su cuerpo.
Mantenía fuertemente los ojos apretados pero era fácil ver que lloraba, la lagrimas se colaban por las comisuras de sus ojos.
Sentí como mis piernas flaqueaban, como si mi cuerpo fuera de una sustancia blanda en vez de piedra.

Pero la tortura no terminó ahí y un segundo después Jacob me mostraba otro recuerdo.
Era el mismo lugar pero esta vez ya no era el recuerdo de un lobo, ahora era el de un humano que se inclinaba sobre Bella.

El licántropo le llamó por su nombre y ella alzó la vista hacia él.
Sus pupilas apenas respondían a la luz provenientes de la linterna, el rostro marchado por la angustia pareciendo más muerta que viva.

—¿Te han herido?—. Preguntó este, pero ella no respondió, su mirada permanecía perdida, mirando hacia el frente, mirado hacia la oscuridad.

La visión de Alice solo había sido un triste eco de la verdad, la verdad era mucho, mucho más espantosa.
A eso se refería mi hermana al decir que le mataría, verdaderamente lo había hecho.

—Qué divertido—. Expresó Jacob en medio de una carcajada.
Asistir a mi dolor le reconfortaba enormemente.

—¿Qué le estás haciendo? —. Preguntó Bella a mi lado y recurriendo a toda mi fuerza sobre humana le aseguré que me encontraba bien, que no era nada.

—Sólo que Jacob tiene muy buena memoria, eso es todo—. Agregué

Entonces Jacob invocó otra secuencia en su mente.
Esta vez le ví aun más pálida que nunca, sus ojos estaban hundidos en su rostro y aunque caminaba y respiraba en ella no existía una pizca de vida, de luz o de energía vital, era solo un recipiente vacío.
Alzaba su rostro mientras la lluvia le golpeaba y ella parecía no sentirlo o no impórtale realmente.

Lo que sucedió después fue aun más doloroso que lo anterior.
Era siempre la misma imagen vista de diferentes ángulos y en diferentes contextos.
Bella aferrando su pecho fuertemente, lo apretaba como tratando de mantenerlo unido. Una mueca de dolor reinaba en su rostro mientras repetía una y otra vez esa acción.

Sentí su dolor como si fuera mío, mi cuerpo se retorcía y mis ojos clamaban por llorar. Pero no había nada que pudiera hacer, Jacob Black me había entregado algo que me acompañaría por el resto de mis días.
Yo era el causante de todo ese sufrimiento era justo que pagara por el. Y lo hice con cada músculo de mi cuerpo, con cada neurona de mi cerebro que captó detalle a detalle todo lo que vivió y sufrió mi amada Bella.

—¡Para ya! Sea lo que sea que estés haciendo—. Exigió Bella angustiosamente.
El respondió a la suplica y dejó de tortúrame.

"Eso es solo una parte. Cuando quieras te doy un poco más maldito miserable" Terminó diciendo en su mente.

4 =) Jacksonville

Había aprendido a no sobrestimar a Victoria.
Me sentía nervioso, inquieto y aunque Alice aseguró que no se presentaría hasta el fin de semana y que no había ni la más mínima y remota posibilidad de encontrarnos con ella en Seattle, sentí la necesidad de adelantar el viaje.
Unas 24 horas de distancia nunca estaban de más. Solo para estar seguros.
Volamos hacía el Este, dirigiéndolos hacia el Océano Atlántico.
Ampliando la distancia entre Bella y Victoria.
En un intento inútil, desesperado.
Huyendo de sus garras, cruzando el país.

¿Pero que sucedería la próxima vez? ¿Cómo lograría mantenerle a salvo?
"—Un problema a la vez, un problema a la vez—". Pensé mientras Bella dormitaba a mi lado, con su cabeza descansando en mi pecho.
 
—No te preocupes por nada cariño—. Dijo Esme al partir esa mañana. —Todo saldrá bien—.
—¡Si!. Ya veté. ¡Acabaremos con esa loca!—. Agregó alegremente Emmett.

"—No es justo que te marches—". Pensó Rosalie. "—No es justo que te marches y nos dejes con este problema—".

Mis músculos se tensaron mientras sentía remordimiento por mi partida.
Mi padre intervino, contemplándonos un momento.

—¿Todo esta bien? ¿Rosalie, Edward?—.

—Todo esta bien Carlisle—. Dijo ella. —Todo esta bien—.

Sabía que ella tenía razón, sabía que hacia mal.
Pero también sabía que la especialidad de Victoria eran los trucos, las astutas maniobras.
No dejaría a Bella, no lejos de mi, de mis brazos, de mi cuidado, de mis ojos.
Aun cuando toda mi familia pensará que hacia mal en ello.
 
El sol se había ocultado hace un par de horas y agradecí la diferencia horaria.
Habíamos volado al encuentro de la noche.

Ahora todo dependía de mi familia.
Debían poner fin a esta estúpida situación.
Le esperarían y no le dejarían escapar.
Alice coordinaría las maniobras, atenta solo a monitorear el futuro de Victoria, a ver cada una de sus decisiones y movimientos.
No debía volver a escapar.

Nuevamente me sentí inquieto, confundido.
Tal vez todo dependía de mi, pero me era imposible separarme de Bella. Nunca más lo haría.
Apreté un poco más su cuerpo contra mi costado, hasta que dejó escapar un suave y sugerente quejido.

—Perdón—. Dije en un susurro soltando mi agarre. —¿Te he herido?—.

—Solo me haz impedido respirar un momento. ¡Pero no me sueltes por favor!. Aférrame a tu pecho solo un poco más—. Contestó alzando sus ojos que habían adquirido un exquisito brillo.
Me incliné un poco hasta que mi labios tocaron su frente.
"Ok… estamos en el avión, con un montón de gente. Será mejor que… solo…."
Me permití inhalar una vez, llenando mis pulmones, absorbiendo directamente el exquisito aroma que inundaba por completo el reducido y encapsulado avión.
—No tienes remedio—. Le dije sonriendo, completamente fasinanado.
El llegar a nuestro destino nos tomo siete horas y quience minutos. Incluyendo la escala en Chicago.

—¡Bella!—. Gritó su madre al vernos y corrió hacia nosotros.

Solté su mano por primera vez en el día y Bella corrió también a su encuentro.
Deshicieron su abrazo después de casi un minuto y al voltear a verme tenían ambas los ojos llenos de lagrimas por la emoción.

Su madre parpadeó unas cuantas veces mientras me miraba asombrada.
Recordaba claro en su memoria que mis ojos eran oscuros.

En ese tiempo, cuando estábamos dando caza a James, mi última prioridad era el alimentarme. Hoy sin embargo, veía mis ojos color ámbar.
A diferencia de Charlie, ella no guardaba rencor hacia mi. Por el contrario en su mente solo había gratitud….Como si yo fuera digno de merecerla.
 
—¿Mamá?—. Le llamó Bella al ver que esta seguía contemplándome sin decir palabra. —Recuerdas a Edward … ¿Verdad?—

—He…. Si… Claro, Edward. !Claro que lo recuerdo¡. Es solo que… Que…
No. No olvidenlo.
¿Cómo estas querido? ¿Fue muy molesto el viaje, tienen apetito?—.

—Estamos bien Renée—. Le conteste mientras mi prometida nos miraba nerviosamente. —Bella se encuentra más cansada y hambrienta que yo—.

— Si. Bella me contó que sigues un estricto régimen alimenticio. Seguir uno como el tuyo no me vendría nada de mal—.

—En realidad es mi madre la que lo diseño para nosotros, le pediré que te llame para que te de algunos consejos. ¿Te parece?—
—Estupendo, estupendo. Ahora es mejor que nos marchemos para que descansen—.
 
La casa de Renée era tal y como la había imaginado ya que la descripción que le había dado a Bella, aquella tarde en el hospital…

"Mmm. ¡Maldición¡…"

Dejé escapar un suspiro y Renée se volteó a verme.
—Ya veo que estas más cansado de lo que pensaba, no te preocupes cielo tu cuarto ya esta listo—

 
En la entrada de la casa había un gran roble, un árbol de tal tamaño debía ser tal vez tan antiguo como yo.

Al descender del coche pude sentir el agradable aroma del mar en el aire, estaba muy cerca, solo a unos minutos tal y como Renée lo había descrito.
—Bienvenidos—. Dijo un hombre desde el porche de la casa.

Comprendí que debía ser Phil.
Caminó hacía nosotros y estiró su mano para saludarme uno par de metros antes.

—Soy Phil y tu debes ser Edward—. "—!Rayos¡ Que porte tiene este chico y que buen brazo. Sería un increíble jugador—" Pensó este al verme.
—Muchas gracias por invitarme—. Respondí.

Phil saludó con un gran abrazo a Bella, muy parecido al de su madre. Él también le quería tal vez tanto como el mismo Charlie.
Eran en resumidas cuentas un par de personas muy buenas y la diferencia de edad era casi imperceptible.
Aunque en su mente Renée era mucho más infantil que él.
Tenía una extraña forma de ver las cosas, era interesante, digna de estudiar.

Nos acomodaron en nuestros dormitorios, separados estratégicamente por un corredor y el dormitorio principal justo en medio.

—Lamentablemente no tiene baño propio pero puedes usar el que esta al fondo el pasillo—. Dijo su madre. —En unos cuantos minutos la cena estará lista, descansa mientras tanto—.

—Muchas gracias Renée. Lo intentaré—.
Cuando se fue presté atención a los ruidos de la casa concentrándome en los provenientes del cuarto de Bella y al escuchar que charlaba con su madre saqué el móvil de mi bolsillo y marqué el número de Alice.

 

—Ok. He salido cuando vi que me llamabas, podemos hablar tranquilos—.
—Te pedí que no estuvieras pendiente de nosotros, estamos bien. Concéntrate en Victoria—.
—Si lo sé es que no he podido evitarlo. ¿Lo están pasando bien? Sabes que me hubiera encantado ir con ustedes, habría sido tan divertido, además las grandes tiendas cierran muy tarde—.

—Recuerda que no ha sido un viaje de placer—.

—Es verdad…..
Veo…. Veo que mañana será un día muy soleado, sin bruma matutina, tendrás que arreglartelas todo el día para estar en dentro de casa—.

—No hay problema, eso ya esta cubierto.
Estaré atento mañana, mándame un mensaje en cuanto todo termine y yo te llamaré cuando pueda ¿Ok?—.

—Esta bien, no te preocupes. Pondremos fin a esta locura—.
—Y Alice…. —. Esperó en silencio al otro lado de teléfono. —Por favor, tengan cuidado—.
—Tranquilo hermanito, tranquilo. Crees que podrá contra todos nosotros? Disculpa que destruya tus sueños, pero esta vez no te necesitaremos a si que disfruta tu fin de semana—.
—Muchas gracias por las reconfortantes palabras—. Le dije sarcásticamente. —No estoy menospreciando sus capacidades, es sólo que…. Sólo tengan cuidado ok?—.

—Esta bien, esta bien lo tendremos. Ahora déjame tranquila que quiero estar atenta—. Y dicho esto cortó la llamada.

Pasaron solo un par de minutos y escuche los pasos de Bella.
Abrí la puerta justo antes que ella diera un golpe a esta.
—Hola. ¿Puedo pasar?—.

Sonreí ante su ridícula pregunta e hice un gesto con la mano para que entrara.
—He venido por ti para la cena y estoy preocupada por el asunto. Puedo decirle a Renée que no sueles comer nada tan tarde o algo así—.
—¿Te sentarás a mi lado?—. Pregunte.
—Si. Creo que si. ¿Por que?—
—Por nada, pero espero que hoy tengas mucho apetito—. Le dije sonriendo.
 
 
La cena fue amena, muy divertida para ser sincero. Su madre era una mujer muy divertida, extrovertida.
Bella me vigilaba por el rabillo del ojo cuando me llevé a la boca el tenedor con la extraña cosa verde que estaba en mi plato. Lo mastiqué un par de veces y lo tragué rápidamente.

—¿Te han gustado los espárragos?—. Dijo Renée.
—Ho. Si. Son mis preferidos—. Le contesté mientras Bella ocultaba una sonrisa tras su vaso con gaseosa.

En solo una milésima de segundo, el plato de Bella tenía un par de espárragos más y el mío un par menos.
Al darse cuenta, me miró por unos segundo mordiéndose los labios al comprender que tendría que comer por dos ese fin de semana.
Ayudé a Bella a levantar los platos cuando terminó la cena.
Nuestras manos se rozaban cada vez que ella me entregaba un cubierto, un vaso, en una pequeña pero agradable y silenciosa caricia.
Era la falta casi total de contacto que tenía mis músculos agarrotados y anhelaba que llegase pronto la hora en que todos se fueran a dormir para pasar la noche junto a ella, para tenerle en mis brazos, acariciar su rostro, su cuerpo y besarle hasta que el sol se perfilara en el horizonte marino.
Tal vez fue por mi deseo contenido, o simplemente nuestros intentos por ocultar nuestra necesidad mutua que incrementó la curiosidad de su madre por nuestra relación.
Tal vez fue el mutuo silencio que se instaló entre nosotros o con la masoquista separación voluntaria de nuestros cuerpos.
Creo que fue un poco de todo aquello lo que gatillo que Renée estuviera atenta a cada uno de nuestros movimientos, a cada una de nuestras miradas.
Me sentí aliviado cuando Phil se puso de pie y se excusó por irse a la cama, se despidió explicando que tendría que trabajar al día siguiente.
Comenzó entonces la rutina para dormir.
Los abrazos y las buenas noches para todos, cada uno a sus dormitorios, el ir de venir, el sonido del agua corriendo mientras cepillaban sus dientes.
Mientras tanto me recosté sobre la cama con las manos detrás de la cabeza, prestando atención a cada uno de los movimientos, de los ruidos.
Cerré los ojos cuando escuche el agua de la ducha corriendo.
Solo había una persona en la casa que podría estar tomando una ducha a esa hora… Bella.
Tendría el cabello mojado cuando fuera a su dormitorio, jugaría con el entre mis dedos mientras le abrazaba y tarareaba su nana para hacerla dormir.
En cierta forma me sentía aliviado de que el día humano llegará a su fin.
No me había preparado mentalmente para estar tan cerca de ella sin poder actuar como lo hacíamos siempre. Y verdaderamente nunca vi que nuestro interactuar fuera diferente al resto de las parejas o que en el hubiera algo extraño hasta que nos vi bajo el peculiar punto de vista de su madre.
De todas formas sólo tenía que soportar un día más y pronto estaríamos nuevamente en casa y sería nuevamente toda mía.

Lentamente los ruidos fueron disminuyendo en intensidad y en frecuencia hasta que después de un par de horas toda la casa estuvo en completo silencio.
Entonces llegó el momento de hacer la usual visita al dormitorio de mi prometida.
Giré lentamente la manilla se su puerta, ella me esperaba sentada sobre su cama.
 
—Pensé que nunca se dormirian—. Dijo ella tristemente.
—Si, están muy contentos de tenerte en su casa—.

—De tenernos, de tenernos—. Me corrigió
—Es verdad, están contentos de tenernos aquí—.
—Y yo estoy contenta de tenerte aquí—. Dijo Bella en un susurro acercándose un poco más a mi.
—Bella…—. Logré decir antes que ella se abalanzara sobre mi y comenzara a besarme apasionadamente.
Sabía que en cuanto comenzara a besarla sería imposible para mi detenerme.
Todo mi ser la anhelaba inmensurablemente, incontrolablemente.
No podía empezar algo que estaba seguro que no podría detener.

Sabía que mis labios buscarían más que sus labios.
Sabía que mis manos no pararían en sus hombros, que mi cuerpo reaccionaría a sus caricias hasta fundir mis defensas y mi autocontrol.
Simplemente no podía permitir que eso sucediera, aun y cuando era lo único que deseaba en ese momento y que seguramente querría por siempre.

Y lo pude sentir, lo sentí mucho antes que nuestros labios siquiera se rozaran.
Pude ver todo claramente en mi mente, pude ver que sería lo mas increíble e intenso que habría sentido en toda mi existencia.
Y fue tan intenso que no pude hacer nada mas que alejarme antes de empezar.
Cuando aun era prudente e inteligente de mi parte hacerlo.
 
Como me fue posible me separé de ella.

—Será mejor que te duermas—. Le dije besando su frente. —Debes disfrutar el día de mañana con tu madre—.

—No quiero hacerlo, quiero que me beses otra vez—. Contestó casi infantilmente.
—Entonces creo que será mejor que esta noches duermas sola—.
Traté de no arrastrar los pies mientras me dirigía hacia la puerta nuevamente, pero Bella tomó mi mano y me detuve antes de alcanzar el picaporte.

—No. Me dormiré pero por favor no te vallas. No podré dormir sin ti—.
Y yo no podría soportar las largas horas de la noche en otro lugar que no fuera ahí junto a ella.
Me recosté en su cama y ella abrazó mi cuerpo como si fuera la más blanda de las almohadas, olvidando que mi cuerpo era duro y frío como una piedra.
No mucho después se hundió en un profundo sueño.
Un sueño tranquilo, donde tal vez no había espacio para mi esa noche, donde mi nombre no salio de sus pensamientos inconscientes.
Solo el sonido del mar se colaba por la ventana abierta llenando el silencio de la noche.
Pronto amanecería y solo me quedaría esperar la llamada de mi familia, una llamada que esperaba poner fin a sólo uno de los tantos problemas que acarreaba mi negación de perder la humanidad de Bella.

Con la primera claridad del alba abandoné su dormitorio.
Me sentía cansazo de luchar contra mis deseos y mi naturaleza pero al mismo tiempo tranquilo conmigo mismo, vencedor y sobre todas las cosas más capas que nunca de soportar la tentación que representaba Bella para mi.
Estaba seguro que nunca sería tan difícil para mi como lo había sido el día anterior.
Y por una parte estaba feliz, feliz de ser más fuerte que nada, fuerte para amarla completa y eternamente.
Ya llegaría el día en que ella fuera para mi como yo era suyo, mientras tanto aguardaría con templanza y decisión el futuro, fuera cual fuera.
Esa mañana Bella y su madre durmieron hasta el medio día.
Phil por el cotrarío se había levantado muy temprano y ya se habia marchado muchas horas atras.
Cuando Renée fue por mi para desayunar me tendí en la cama y fingí dormir profundamente.
Seguramente a Bella no le haría gracias comer tanto por la mañana.
Cuando escuche que ya habían terminado me levanté para hacer acto de presencia en la mesa.
 
Renée estaba muy emocionada por mostrarnos cuanto pudiera ese día, tenía la secreta esperanza que Bella se sintiera atraída por la cálida ciudad y se mudara indefinidamente con ella.
Convincentemente dije que me era imposible acompañarlas ya que debía entregar un trabajo pendiente para el instituto.
Muchas preguntas rondaban la mente de su madre, preguntas que no podía formular estando yo presente.
Agradeció internamente que me quedara en casa dándoles un poco de privacidad.
Verdaderamente no tenía trabajo alguno que terminar, lo único que podía hacer era esperar.
Esperar que ellas volvieran, que terminara la tarde, esperar el llamado de Alice.
Tiempo, tiempo, tiempo.
Tiempo que era mi enemigo y la manecilla del reloj se empecinaba en avanzar lentamente, casi arrastrándose milésima a milésima, haciendo insoportable la espera.

Una hora transcurrió y luego otra lentamente hasta que volvieron.
La mente de su madre ahora estaba más serena, más tranquila.
Ya no buscaba explicaciones sobre la naturaleza de nuestra relación o sobre nuestros sentimientos.
Tenía claro que amaba sobre todas cosas del mundo a su hija y eso, por ahora, le era suficiente.
Desconocía que palabras habría pronunciado Bella para tranquilizarle pero veía que habían dado resultado.

De esta forma transcurrió la tarde… secretamente esperando hasta que por fin llegó la noche. Solo un poco más, esperar un poco más.
Se repitió el ritual de la cena.
Decidí que era inútil comportarme como un idiota, de todas maneras por más que quisiera el tiempo no avanzaría con mayor rápidez.

Phil nos habló de su día y de cómo le estaba yendo mucho mejor de lo que había planeado, de sus proyectos y sus jugadores estrella.
Era un buen hombre, amaba a Renée y en esos momentos estaba muy feliz con su vida y de lo que había conseguido por sus propios meritos.
Eran sin duda unas buenas personas.

Imaginé la vida de Bella en esta hermosa y soleada ciudad, un vida llena de luz, de brisa marina, de sueños y esperanzas.
Un vida donde no tendría que correr para salvar su vida, un vida sin pesadillas, ni seres sobrenaturales.
Una vida normal, rodeada de sus iguales.
Pero no había nada que ya se pudiera hacer al respecto, su destino había sido estar frente a mi para chocar con ella inevitablemente.
Ahora lo único que debía hacer era mantener esa humanidad el mayor tiempo posible.
—Buenas noches hija—. Le dijo su madre cuando terminó de lavar los platos.
Guardamos la última de las copas y nos despedimos también.
 
 
Esperar, esperar.
Esperar a que todos se despidieran, que todos cepillaran sus dientes, que todos se metieran a la cama, esperar que todos durmieran y cuando esto por fin sucedió fui libre de ir junto a Bella nuevamente.
Esta vez fue más fácil estar junto a ella y a la vez igual de tormentoso.
Había logrado pararme justo en medio de la balanza donde penden mis deseos y prioridades, sentimientos iguales en intensidad y en necesidad de ser satisfechos.
—Gracias—. Dijo Bella sorprendiéndome y le mire desconcertado. —Gracias por obligarme a venir—.
—No sabía que te sentías obligada a hacerlo—.

—No es eso, es solo que de no haber sido por ti simplemente nunca me habría atrevido a enfrentar a Charlie—.
—Se lo que quieres y me siento feliz de poder ayudarte a tenerlo, eso es todo—.
—Entonces si sabes lo que quiero, no te importará darme un beso de buenas noches—.

—¿Tu que crees?—. Le dije sonriendo.
Acaricié su rostro sosteniéndolo suave pero firmemente con una de mis manos.
Con mi mano libre peiné hacia atrás sus suaves cabellos.
Respondió a mi caricia alzando su rostro hacia el mío entreabriendo sus labios dejando salir el delicioso aroma proveniente de su garganta.

Mis labios abrazaron los suyos y su mano tomo posición en mi nuca, acariciándola.
Y sentí que sólo eso podría darle.
No me dejaría llevar por el aroma, por el sonido de su corazón, por el deseo en su respiración.
Bella no moriría esta noche en manos de Victoria y mucho menos en las mías.
Separé mis labios de los suyos y se inclinó un poco más sobre mi, alargando el contacto.
—Duerme amor. Mañana será una largo día—. Le dije sonriente.
En sus brazos yo era la oveja.

—Dormiré en el avión—. Agregó tercamene.

—¿No estas cansada? ¿No ha sido divertido tu día junto a tu madre?—
—A sido fantastico, pero el calor es agotador. Nunca creí llegar a decir esto pero, extraño el clima de Forks.
Es como si la neblina se hubiera metido bajo mi piel.
El sol molesta mis ojos, mi piel esta reseca y eso que sólo hemos pasado un día aquí—.

—Yo veo muy hermosa y suave tu piel—. Dije recorriendo su brazo con un caricia. —No se a que te refieres—.
—Tal vez el calor me esta volviendo loca, no lo se. Creo que tienes razón, es mejor que me duerma.
¿Cantarías mi mana para poder dormir?—.

—Esta bien mi pequeña consentida, cantaré para ti—.
 
Así Bella se durmió, acunada por la notas musicales que suavemente tarareé para ella.
La noche siguó avanzando y no tenía noticias de mi familia.
Salté por la ventana y comencé a caminar guiado por el ruido del mar, no sería conveniente despertar a todos cuando Alice llamara.

Caminé por la orilla del negro mar.
El viento soplaba en mis oídos con el romper de cada ola.
Deseé más que nunca ser humano otra vez para correr descalzo junto a ella tomados de las manos, bajo el sol y Bella llevando un precioso bañador.
Sueños, sueños, parecía que ese fin de semana no hacia más que soñar y desgraciadamente no todos eran sueños agradables para mi.
Vibró entonces el teléfono en mi bolsillo.
No necesité ver el visor, solo esperaba un llamado.
Marqué entonces el numero de mi hermana.

—Cuentame—. Dije saltandome los buenos modos.

—Todo a salido mal, todo, todo, todo.
No he podido ver.
Bueno al principio si, pero después todo se borró cuando los Quileutes se mezclaron en el asunto.
—¿Cómo, que los Quileutes…? Un momento… ¿Pero que quieres decir con que todo ha salido mal? ¡Charlie! ¿Que ha pasado con él?—
—Cómo?. ¿Charlie?… No, esta bien, se ha marchado temprano rumbo a la reservación. Le hemos seguido de cerca hasta que nos fue imposible seguir adelante.—
—¿Que ha pasado entonces?—
 
—Bueno nos adelantamos…
Cada uno apostado en una parte del bosque cerca de la casa de Bella.
Ella llegaría desde el Este y todo estaba a nuestro favor. Emmett y Rosalie le cerrarían el paso en caso que quisiera huir nuevamente. El resto esperaría mi señal y nos lanzaríamos sobre ella…—.
Esperé en silencio, aguardando que continuara con el relato.
—¡Rayos! Alice, no te quedes callada—. Cuando me fue imposible seguir haciendolo.
 
—Esta bien, esta bien, es que aun no entiendo como….—
—¡Por favor, me estas matando!—.
—Ok. Luego no se lo que ha pasado, le vi acercarse y al parecer ella alcanzó a sentir nuestra presencia y corrió por el bosque hasta llegar a la línea del tratado y fue lo último que pude ver.
Jasper corrió tras ella y Emmett se le unió unos segundos después, como eran los mas rápidos pronto le dieron alcance y la habrían atrapado, pero Victoria… No lo se…
Jasper dijo que zigzagueaba sobre la línea como si ella estuviera dibujada en el suelo.
Además comprendimos el por que no pude ver nada.
Mientras corríamos tras Victoria vimos un pequeño grupo de Licántropos que también hacia lo propio a su lado de la línea y pocos minutos después se les unieron toda una jauría de ellos.

Nunca había visto tantos juntos, era impresionante. Todos se movían como un mismo individuo, como si fueran un cardumen de peses o algo por el estilo.

Me sentía ciega, desorientada. No podía ver nada relacionado a nuestro futuro.
Tratamos de atraparla cada vez que estaba a nuestro alcance pero era imposible. Cada vez que estábamos cerca, ella cruzaba la línea y los Licántropos tampoco podían, también se les escabullía de las garras una y otra vez.

Victoria lanzaba grandes risas cada vez que cualquiera de los dos grupos fallaban en su intento y eso solo incrementó la furia y la desesperación.
En ese momento Emmett se adelantó a Victoria y creyendo que preveería sus movimientos se lanzó sobre ella… y de verdad que habría sido una muy buena maniobra….
Estuvo a centímetros de alcanzarla y nadie logró percatarse que del otro lado había un Licántropo con exactamente la misma idea que Emmett en ese momento….
Y entonces Emmett dio un gran salto hacia delante, pero como te decía, Victoria fue más rápida o mas astuta o tal vez ambas cosas.

—¿Pero que ha sucedido Alice?. ¿Emmett... Todos están bien?— Dije angustiado por todos ellos.
No podía creer lo que estaba escuchando.
Una vez más había cometido una tremenda estupidez.
Debí estar ahí, debí ayudar a mi familia.
—Emmett no pudo hacer nada y cayó en picada sobre este Licántropo, el cual obviamente se molestó y por poco comienza la guerra ahí mismo.
Lanzó un zarpazo que por poco le da en pleno rostro a Emmett, por suerte logró esquivar el ataque y de un salto volvió a nuestro lado de la línea.

Pero el licántropo estaba verdaderamente molesto e intentó atacar a nuestro hermano y no le importaba el tener cruzar para hacerlo.
 
Entonces Rosalie saltó justo en medio de los dos, protegiendo a Emmett como nunca le había visto antes.
Pronto se presentaron otros licántropos mostrándonos su dientes y todo eso.
Todos estabamos sumamente alterados.
Jasper calmó los ánimos y Carlisle pidió habar con el líder de la manada y unos segundo después se presentó el que aparentemente era su líder, un hombre verdaderamente enorme, tal vez más grande que Emmett—.

—¿Pero y Victoria?—. Dije tratando de no gritar. —¿Que ha pasado con Victoria?—.
—Edward… —.
—¡Dimelo!—.
—Victoría logró escapar—.

3 =) De Padre a Hijo

Alce mi rostro al cielo mientras Bella besaba mi cuello.

—No… Bella… De… tente—. Dije abriendo mis ojos mientras jadeaba incontrolablemente.

—Edward… Te amo. Amo tu ser, tu mente, tu cuerpo frío. ¿Sientes mi corazón, sientes como late por ti?—.

—Si, lo siento. Lo escucho fuerte y claro. Y eso es lo que estoy protegiendo en este mismo momento Bella.
También te amo y no sabes lo mucho que te deseo en este mismo momento.
Pero mi amor es más grande que mi deseo por ti—.

Le sostuve por los hombros, obligándole suavemente a alejarse de mi.

—Disculpa mi comportamiento ahí afuera. No me hace feliz negarte algo, pero por favor entiende mi posición.
Estaba dispuesto a ir hasta La Push por ti.
¿No entiendes Isabella Swan que estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por mantenerte a salvo, aun a costa de mi propia existencia?. ¿Es realmente tan difícil de entender?—.

— Y para ti es tan difícil comprender que…—.

Puse uno se mis dedos sobre sus labios impidiendo que terminara la frase o que pronunciara nuevamente ese maldito nombre.

—Para ser sincero… si. Me cuesta entender esta…. Necesidad de estar junto a él, de sobre exponerte al peligro.
¿Acaso no me amas lo suficiente?—. Dije acercándome nuevamente hacia ella.

Mis labios buscaron la hendidura detrás de su oído y de pronto era ella la que jadeaba ruidosamente.

Fueron las pisadas de su padre subiendo las escaleras lo que obligó a separarme de ella.

—Será mejor que me marche, ahí viene tu padre a darte las buenas noches—. Le dije tristemente. —Además tengo que ir a casa, no sea que a mi hermana se le ocurra arrendar un avión privado para llevarnos a Florida—.

Bella me miró con los ojos llenos de espanto. Sonreí y salté por su ventana solo un segundo antes que su padre abriera la puerta.


—Pero hija, ¿No crees que hace demasiado frío para tener la ventaba abierta?—. Dijo él mientras me adentraba en el bosque.

Llegué a casa demasiado rápido.
Mi coche estaba estacionado frente a la casa y Alice se encontraba sentada sobre el capó de este.

—¿Es necesario que trates mal a mi pobre coche?—. Le dije de muy buen humor. Extrañamente así me encontraba. Tal vez por el hecho de evitar la huida de Bella.

—Lindo susto que nos haz dado, Carlisle y Jasper prácticamente tuvieron que retener por la fuerza a Emmett que quería correr a tu lado para destrozar un par de licántropos.
Además no se para que tienes un teléfono móvil si cada vez que sucede algo lo tiras por ahí.
¿Acaso no aprenderás nunca?—.

Me permitió ver en su recuerdo toda la escena de Emmett tratando de salir corriendo para ir en mi ayuda y el caso omiso que hacía a las palabras de Alice mientras ella le aseguraba que todo estaba bien y que yo estaba a salvo en casa de Bella.

—No entiendo hasta cuando te empeñaras a tratar de doblar la mano al destino, parece que entre más te esfuerzas en hacerlo, más complicaciones acarrean tus actos—.

—¡No es justo que me digas esto, tu sobre todo!. Debería entender, sobre todo por todo el cariños que sientes por ella. ¿Si en tus manos tuvieras la oportunidad de brindarle otra vida a Jasper, acaso no harías todo lo que fuera necesario para ello?.

Alice se mordió los labios mientras hacia una mueca de dolor en el rostro y en su mente.
Muchas veces se había puesto en mi lugar, sintiendo pena por las tribulaciones a las cuales me veía constantemente sometido.

—Soy mucho menos fuerte que tu, pero creo que también habría luchado por hacerlo, tal y como lo haz hecho hasta el momento—.

—Y seguiré luchando Alice, seguiré intentando doblar la mano al destino como tu dices, de eso no hay duda alguna—.

—Ok. He sido una tonta—. Hizo una mueca y sacó su pequeña lengua. —Pero es solo por que he temido por ti…. Otra vez—.

—Lo se. Se que me he comportado como un estúpido. ¿Pero que más puedo hacer?
Además creo que seguirá intentando ir a la reservación—.

Yo estaré pendiente de ella pero solo con una condición.

—“Y no leas mi mente, no leas mi mente, no leas mi mente, no leas mi mente, no leas mi mente, no leas mi mente”—. Pensaba ella tercamente.

—¡Esta bien, esta bien!—. Suspiré resignadamente. —¿Cual es la condición?—.

—Cuando llegue el momento en que ella lo intente…o si en algún momento lograra ...—.

Un gruñido subió por mi garganta y retumbó en el bosque contiguo.
Como consecuencia a ello mi familia completa salió a verificar con sus propios ojos lo que sucedía.

—“¡Rayos Edward…. Contrólate!. ¡Maldición!. Esa… era… la condición. ¡Rayos, rayos!. — Maldijo Alice en su mente.

—Creo que debemos hablar Edward—. Dijo Carlisle al ver la expresión de mi hermana.

—Creo saber de que se trata—.

—De todas maneras, me gustaría intercambiar algunas ideas contigo—. Dijo mi padre mientras se alejaba de la casa.

Le seguí, tratando de silenciar las voces de mi familia en mi cabeza, sobre todos las de Rosalie que no paraba de insultarme.

—Sígueme—. Agregó mientras se lanzaba entre los árboles.

Corrimos por el bosque, uno al lado del otro como hace años, cuando el trataba de animar mi existencia solitaria.

—No es necesario que hagas esto Carlisle, hace décadas de que deje de ser un niño—.

—Siempre sentiré el amor de un padre por ti Edward, aun cuando formes tu propia familia—

Vi en su mente el significado de sus palabras.

—¿Es eso lo que preocupa?. ¿El que me marche?—

—No específicamente. Temo la separación, tanto como Esme.
Pero temo más perder a alguno de ustedes para siempre—.

Dejo de correr y me detuve solo unos metros más adelante. En silencio esperé que continuara.

—Hoy Emmtt estaba dispuesto a pelear con los licántropos y con ello habría arrastrado a toda la familia.
Estoy esperando que encuentres la solución para los problemas que enfrentas para defender la humanidad de Bella.
Te niegas a convertirla, te es imposible vivir sin ella pero te niegas a dejarle su libertad.
¿Que es lo que temes hijo? No te entiendo en estos momentos. Su amor por ti es tan grande cómo el tuyo. ¿Crees acaso que ella tenga algún sentimiento por este chico Black?
Y si fuera así, ¿no sería justo para ella el dejarle elegir?—.

—No… Si…. No lo se Carlisle—. Cerré los ojos y sentí el contacto de sus manos en mis hombros, los abrí para ver la comprensible mirada de mi padre.

—Es más que eso. Continué. Temo muchas cosas en estos momentos. El que sienta algo por él es solo una de ellas. Y claro que le dejaría elegir Carlisle, lo haría. Pero elegirlo a el es elegir la muerte segura.
Esos sucios animales no son capases de controlarse. Eventualmente ella saldría lastimada—.

—Es muy posible. Pero creo que ellos podrían decir lo mismo de nosotros. Estoy seguro que a sus ojos somos iguales de peligrosos.
Sin embargo aquí estas, haz vencido cada uno de tus instintos para mantenerle a salvo. Es ridículo pensar que tu eres el único que haría algo así por ella—.

—¿Que me estas pidiendo Carlisle?—. Le dije alejándome de él.



—Lo que estoy diciendo es que deberías pensar que en estos momentos es que la transformación de Bella es la única manera de mantenerle a salvo—.

¿Cómo, tu también piensas igual que Alice. Que han hecho, han hablado de mi a mis espaldas?—

—Si eso crees, estas muy equivocado. Es por esto que no he querido decir palabra alguna en casa. Creo que este esto solo te compete a ti y tu debes decidir sin que nadie mas interfiera.

Alice dice que Victoria se acerca y ya sabes que esta es solo la segunda vez que lo intentará no será la ultima.
¿Cuantos años piensas exponerla. Uno, tres, cinco?—

—Los que ella quiera Carlisle—. Le dije fieramente. —Los que ella quiera. No es tu decisión ni mía, ni de nadie. Es solo de ella, no la forzaré y mucho menos por un vampira psicópata.
Lo único que quiero saber es si podré contar contigo o debo marcharme ahora—.

—No estoy aquí para eso Edward? ¿Como puedes dudar?
Estoy aquí para pedirte de una vez por todas que confíes en tu familia.
No estuvo bien que salieras corriendo para ir a la reservación y exponerte y con eso a toda la familia.
De ahora en adelante las decisiones se tomarán entre todos, es lo único que pido—.

Sabía que él tenía razón.
Nuevamente había actuado como un tonto. Peor que un sucio licántropo, dominado por mis sentimientos.
Había expuesto a mi hermano a mi familia.
Mi padre tenía razón esa debía ser la última vez que actuara de esa manera.


—Lo siento—. Dije apretando los puños demasiado molesto con migo mismo. —Estoy luchando Carlisle, estoy luchando—.

—Lo se hijo, lo se. Todo esta bien Edward. Todo saldrá bien.
Es solo que no quiero perderte otra—.

—Padre… —. Logré decir. Las palabras se atoraron en mi garganta mientras él me abrazaba fuertemente.

—Ahora cuentame de que trata este asunto del viaje—. Dijo mientras me soltaba y comenzábamos nuestro retorno a casa.

2 =) La Visión De Alice

La graduación prácticamente estaba a la vuelta de la esquina.
Esa mañana de lunes todas los temas de conversación giraban en torno a ese echo.
Antaño me había parecido tribal, casi absurdo. Hoy por el contrario era casi pavoroso.
No había nada que pudiera hacer para detener el avance implacable del tiempo. No podía hacer nada para que cambiara su dedición.
La vida se le estaba acabando y simplemente no le importaba.

A menudo me permitía "soñar" con mi vida junto a Bella, como iguales, juntos para siempre.
Una parte de mi, el lado más egoísta de mi ser, quería que sucediera. Anhelaba que llegase la fecha prevista.
Pero dentro de mi se llevaba a cabo una terrible e implacable lucha.
Deseo y conciencia.
Sabia que era lo correcto, era consiente de la atrocidad que cometería en contra de mi amada Bella, lo sabia pero no podía evitar desear que ocurriera pronto. Pero no me rendiría.

¿Se pude respirar mas aliviado aun sin tener la necesidad respirar realmente?
Así era como me sentía cuando le entregué las cartas y las ultimas solicitudes a Carlisle para que las enviara por Correo Express esa mañana .

—Aun no te das por vencido cierto?— Había dicho mi padre.

No. No lo haría.
Lucharía hasta que cesara el último de sus latidos y el tiempo prácticamente se terminaba.
Solo quedaban un par de semanas para la graduación. Era tal la expectación que hasta Alice compartía la emoción de todos ellos.

Jamás habíamos tenido tantas experiencias humanas como hasta ahora, para nosotros también era sorprendente.
La única persona que debía estar verdaderamente emocionada con todo eso no lo estaba.
Bella me había hecho prometer que ese año no le tendería "Una emboscada" y no iriamos al baile. Dijo que esa experiencia ya la había vivido.

La mas desilusionada había sido Alice.
Ya tenía planeado los atuendo que todos usaríamos ese año.

No me sorprendió encontrarla esa tarde en la cafetería.
Mis padres habían regresado la noche anterior, mientras que ella y Jasper habían vuelto esta mañana.

"—Gracias por esperarme—". Me reclamó en su mente.

Imperseptiblemente le dije que lo sentía, mientras nos acercábamos a la mesa donde se encontraba sentada junto a los amigos humanos de Bella.

—¿Habéis enviado ya vuestras tarjetas?—. Dijo Ángela cuando nos sentamos.

Estaba eufórica y completamente sobrepasada con todo el asunto de las invitaciones. Su familia era numerosa y debía enviar una a todos ellos.
Por su parte Bella no tenía esa responsabilidad ya que solo tenía a sus padres.
Bella haciendo uso se devuelta libertad se ofreció amablemente a prestarle ayuda.
Seguro que su padre estaría muy complacido de que su hija variara un poco de compañía.
Yo también lo estaba, cualquier compañía humana era mejor que la del peludo de Jacob Black.

—Eres un encanto. Me pasaré por tu casa cuando quieras—. Contestó Ángela ante el ofrecimiento.

—La verdad es que preferiría pasarme por la tuya si te va bien. Estoy harta de estar en la mía. Charlie me levantó el castigo anoche—.

Sus amigos estaban sorprendidos, todos sabían lo molesto que estaba su padre y pensaban que el castigo duraría para toda su vida, aunque Bella creía que duraría solo hasta que terminará el instituto.

La mas encantada con la noticia era mi hermana. Por fin dejaría de quejarse por el encierro de mi prometida.

—¿Y qué podríamos hacer? —. Dijo Alice pensando en voz alta.

"Mmm un fin de semana en New York?, creo que podríamos ver la Semana de la Moda…. O tal vez Millan……"

—Sea lo que sea lo que estés pensando, Alice, dudo que pueda disfrutar de tanta libertad—. Le contesto intuitivamente Bella.

Pero el concepto de libertad es ilimitado cuando se tiene todo el tiempo y los recursos para disfrutarlo.
Para Alice se era libre o no, así de fácil.

—Estoy segura de que aun así hay límites, como por ejemplo, las fronteras de los Estados Unidos—. Dijo Bella adivinando los planes de mi hermana. Sus amigos rieron por el intercambio de palabras entre ellas, sin duda habría sido una situación hipotética muy divertida si no se tratara de Alice.
El desaire le arrancó una mueca producto de la frustración y el enojo.

—Y entonces, ¿qué vamos a hacer esta noche? —. Volvió a insistir mi hermana.

Pero la respuesta de Bella le dejó muy en claro que durante los siguientes días no harían nada muy osado. Debido mayormente a que no podía salir entre semana.

—Entonces, lo celebraremos este fin de semana —. Le contestó mi hermana, dejando correr pero no dándose por vencida.

—Seguro —. Le tranquilizó Bella.

Sabia perfectamente que las ideas de Alice le causaban pánico. No le gustaba ser el centro de atención y eso era lo que sucedía en ese preciso momento.

Mi hermana y Ángela planeaban alegremente la mejor forma de celebrar la libertad de Bella.
Por mi parte, extrañaría el tenerle solo para mi.
Después del tiempo que habíamos estado separados, necesitaba esa intimidad, esa cercanía.
Pero su padre tenía toda la razón en querer que existiera equilibrio en su vida, ahora más que nunca.
Repentinamente Bella se quedó en silencio, ausente a todas las ideas descabelladas de mi hermana, conocía demasiado bien esa mirada.
Odiaba negarle cualquier cosa, odiaba que lo extrañara tanto.
¿Por que mi amor no podía ser suficiente para ella como lo era para mi?
Sentía odio por la necesidad de estar con él, por aquel sentimiento. Si no fuera por él, Bella sería completamente feliz. Si no fuera por él….

Ni siquiera podía pensarlo.
Me golpee mentalmente por ser tan entupido. Odiaba estar en deuda con un sucio licántropo, odiaba sentirme amarrado, impotente.
Apreté fuertemente los puños bajo la mesa.

"¡Maldito Jacob Black… !"

Y fue la visión de Alice que calmó por completo mi furia.

Una silueta corriendo en el bosque.
Un débil rayo de luz filtrando entre el follaje.
El ruido casi imperceptible de sus pisadas al correr, retumbando en mi cerebro mientras asistía a la visión de mi hermana.
El tiempo se congela cuando el ser sale de las sombras y cruza un pequeño claro.
La tenue luz iluminando la figura por un breve y casi insignificante segundo.
Un segundo que no lo fue para mi. Ví con claridad su cabellera brillando como una llama encendida… Victoria.
Vuelve, viene por Bella.

¿Pero cuando?
Traté de buscar la respuesta en la mente de mi hermana pero los humanos se habían dado cuenta de que algo no esta bien con ella.
Ángela sacudía su mano frente a su rostro.
El cuerpo de Bella se tensó al comprender que sucedía.

"¡Controla el pánico!". Me dije a mi mismo. "Aun no sucede. Aun no esta aquí. Controla la angustia…. interpreta tu papel".

Dejé escapar la más relajada, inmutable y casi cínica de mis risas mientras estiraba mi pierna para darle un pequeño golpe a mi hermana. Ella reaccionó de inmediato.

—¿Qué, te has echado un siestecita, Alice? —. Le dije simulando burlarme.

—Lo siento, supongo que me he adormilado—. Contestó ella consiente, manteniendo las apariencias.

"Tranquilo, tranquilo. Edward por favor, aun no sucede, estaremos preparados. Esto es lo que estábamos esperando"—. Dijo Alice tratando de contenerme.

Ella tenía razón.
No lograría nada con tomar a Bella y salir corriendo delante de todos.
Seguí su consejo, lo inmediato ahora era Bella, mantenerla al margen.

Entonces Ben agregó que echarse una siestecita era mejor que soportar dos horas más de clases.

Alice siguió los temas de conversación. Por un momentos nuestros ojos se encontraron.

"Este fin de semana Edward, es te fin de semana".

¡Rayos….! Por lo menos tenía algo de tiempo para planear que hacer.

Estaba consiente que Bella no dejaría pasar el reciente incidente.
Nadie mas que ella había visto lo sucedido realmente.
No quería mentirle, ya me sentía como basura al exponerla nuevamente al peligro para además tener que mentirle. Pero no tenía que ver el futuro para saber que en cuanto nos encontráramos solos preguntaría sobre la visión de mi hermana...
Bella era demasiado perspicaz e intuitiva para engañarla pero debía intentarlo.
No quería mentirle… pero no podría evitarlo.

Evité estar a solas con ella y así darle oportunidad de presionarme para que le diera una respuesta.
Sin duda que yo era una rata asquerosa, ¿Pero que más podría hacer?
Ni siquiera yo estaba seguro de que haría.
Decidí que la mejor manera de enfrentar la situación sería postergar el momento de su interrogatorio hasta tener claro que medidas tomaría. Sería algo difícil de lograr Bella no lo dejaría correr.
Después del almuerzo me las arregle para llegar a la clase de inglés acompañado de Ben mientras hablábamos de deberes pendientes.
En realidad mis trabajos estaban todos al día, mi inglés era fluido. Es fácil ser políglota cuando se tienen ochenta años para aprender lenguas.
Al terminar la clase decidí que había intercambiar ideas sobre gramática con Ángela y caminamos junto a ella hasta la próxima clase. De esta manera me las arregle para no estar solos un minutó.
Podía sentir la mirada de Bella clavada en mi cada vez que le dedicaba mi atención a sus amigos, evitando así sus preguntas. Pero no pronuncio palabra alguna relacionada al episodio del almuerzo y eso me desconcertaba. Sabía muy bien que se había dado cuenta, sabía que algo había sucedido pero aun así mantuvo su silencio.
Al terminar las clases prácticamente se me habían terminado las escusas para no hablar con ella. Pude ver en sus ojos que estaba lista para comenzar su interrogatorio y no descansaría hasta que lograra arrancar de mis labios lo que realmente estaba sucediendo. En ese momento de desesperación tuve que tragarme mi repulsión para hablar con el insulso y patético de Mike Newton.

Caminamos hacia el estacionamiento hablando de su coche. Había escuchado que tenía problemas mecánicos. Yo no era un gran conocedor se coches, en realidad era Rosalie la encargada de los coches de la familia pero debía intentarlo.

—Heee ¿Como? ¿Mi coche? Si, si. He tenido algunos problemas—. Dijo desconcertado por mi repentino interés. —Hay veces que no arranca. El otro día mi madre me trajo al intitulo ya que no quiso encender. Al llegar a casa nuevamente intenté ver que podía ser pero tenía que trabajar así que lo único que hice fue cambiarle la batería—

—¿Y no serán quizá los cables?—. Sugerí mientras Newton nerviosamente seguía el hilo de la platica.

Newton sabía aun menos que yo sobre coches. Necesitaba que alguien entendido le diera una mano ya que el taller era demasiado costoso para él.
Mentí sobre mis conocimientos de mecánica. Mi idea inicial era pasar la tarde ayudandolo en su coche y asi lograr escapar aunque fuera por unas pocas horas. Prefería pasar la tarde tratando de ayudar a Newton que enfrentar las preguntas de Bella…. Estaba realmente muy desesperado.

—Eh... gracias —. Contestó él cuando logró sobreponerse a la impresión que le provocó mi tan desinteresado ofrecimiento. —Pero me tengo que ir a trabajar. A lo mejor algún otro día—.

"!Rayos¡" —Cuando quieras—. Le contesté sintiéndome como un verdadero idiota.

"¿Que bicho le ha picado a Cullen?" Pensó el chico mientras se marchaba.

Recorrimos en silencio la corta distancia hasta mi coche. La voz de Alice sonaba en mi mente mientras caminábamos, ella ya se encontraba en el interior esperando por nosotros.

"Sorprendente… No se como le haz hecho para escaparte de ella toda la tarde pero felicitaciones. Espero que tu conciencia este tranquila por querer ocultarle todo el asunto. Es simplemente enfermizo Edward, no estoy de acuerdo".

Resoplé por la nariz, maldiciendo. ¿Que lograría con anunciar que su verdugo vendría por ella?

—¿De qué va todo esto? —. Dijo Bella, cuando abrí para ella la puerta del copiloto.

Sin mirarle le dije que solo quería ayudar al chico.
Alice intervino en ese momento para recordarme que mis conocimientos sobre mecánica no eran tan buenos como para ofrecer ayuda a alguien y que sería mejor que Rosalie le diera un vistazo si lo que buscaba era quedar bien con él.

¿Pero como se le podía ocurrir que yo quería quedar bien con Newton, en que universo podría pasar algo así?
El aun seguía viendo a Bella como objeto de sus fantasías. Entre Black y él estaban volviéndome loco.

—Bueno, tal vez no sería muy buena idea, teniendo en cuenta que se supone que está al otro lado del país, en la universidad. Cierto, sería una mala idea—. Continuó hablando mi pequeña hermanita. —De todas formas, supongo que podrás apañarte con el coche de Mike. total, lo único que te viene grande es la puesta a punto de un buen coche deportivo italiano, requiere más finura—.

Alice se aprovechó del pánico para recordarme que le había prometido un Porsche amarillo igual al que había tomado prestado en Italia y que no estaba segura de querer esperar hasta Navidad para tenerlo. Ella siguió hablando llenando el espacio, no dejando tiempo para que Bella pudiera decir palabra alguna. Pero pronto estaríamos solos y no podría escapar de sus preguntas. Dejé a Alice muy cerca de casa, mientras me hablaba silenciosamente.

"Aun no se que vas a hacer, no has tomado aun una decisión. Lo único que veo es que no le dirás nada. Pero si de algo te sirve puedes decir que solo estaba pendiente de Jasper. Te ayudaremos en lo sea, tu sabes que no estas solo".

—Luego nos vemos —. Dijo en voz para luego formular una pregunta en su mente. "—¿Quieres que hable con los demás y les informe lo sucedido?—"

Moví mi cabeza casi imperceptiblemente y Alice se alejó corriendo entre los árboles. Estaba preparado para enfrentar a Bella cuando nos quedamos solos.

Para mi total sorpresa no dijo palabra alguna pero sentí como se tensaba su cuerpo contra el mío y aun así no dijo nada.
Estacioné el coche el coche en el lugar de siempre cuando llegamos a su casa. Era temprano y su padre aun no llegaba.

—Esta noche no tienes muchos deberes —. Le dije cuando apagué el motor.

¿Como había pensado en cambiar su compañía por la de Newton?. La sola idea de no estar junto ella me parecía casi aberrante, auque fuera solo por una tarde.

—Aja —. Contestó ella.

No estaba seguro de cómo reaccionaría su padre si al llegar me encontrara otra vez en su casa pero Bella aseguró que no habría problema alguno.
Al llegar a su dormitorio me recosté en su cama.
Alice había dicho que aun no podía ver nada. ¿Pero que pasaría si decidiera hacer exactamente eso…. nada?
¿Que pasaría si tan solo me sentara a esperar a Victoria? A ella no le costaría mucho trabajo reconocer mi olor, sabría que le espero. Le había seguido por meses. ¿Podría ver mi hermana el final fuera cual fuera?
Pero no podía arriesgarme, no podía exponer a Bella y mucho menos usarla como carnada.
No ahora, no cuando casi me permitía soñar con un futuro junto a ella. Compartiendo nuestros y nuestras noches. Ya nunca más tendría que odiar el amanecer, nunca más lo vería como el ladrón que me roba su compañía. Ella y yo siendo uno por siempre.

Escuche el golpeteo nervioso de sus dedos contra el teclado de su computador. Que terrible era tenerle ahí, casi mía sin poder tomarla. Me deje mover por el deseo y en un segundo estuve a su lado, muy cerca reclinado sobre ella.

—Parece que estás algo nerviosa hoy, ¿no? —. Le dije suavemente.

Levantó sus ojos hacia mi mientras su boca se movía silenciosamente, sin lograr articular palabra alguna.
Contemple sus labios y sentí el incontrolable deseo de recorrerlos con la punta de mi lengua. Tan suaves, cálidos.
Cada ves que nuestros labios se encontraban desatan en mi una serie de reacciones en cadena. Sabía perfectamente en que momento debía separarme de ella, había trazado una línea clara e indeleble en mi mente con el fin de controlar mi sed y mi deseo. Pero una y otra vez me veía tentado a dar un paso más, a dejarme llevar solo un segundo más, aun sabiendo que ese segundo podría ser el ultimo. Con un moviendo casi desesperado le atraje hacia mi, borrando por completo la distancia que nos separaba. Bella enredó sus brazos en mi cuello mientras su lengua se habría paso hacia mi boca. Su aliento quemó mi garganta mientras mi lengua saltaba nerviosamente al hacer contacto con la suya.

Una de mis manos acaricio su espalda mientras le apretaba un poco más contra mi cuerpo, podía ver como se desvanecía la línea de mi autocontrol.
Bella se estremeció en mis brazos y le ordené a mi cuerpo que se desprendiera de ella, pero no pude hacer nada, solo mis brazos cayeron hacia mis costados.
Me quedé ahí paralizado por la pasión, prisionero aun de sus brazos. Al comprender mis intenciones Bella sensualmente lamió mi labio inferior con la punta de su lengua y pude sentir su cuerpo casi completamente contra el mió. Todo mi ser clamaba por ella, pero también lo hacia por su sangre.
Aparte mi rostro hacia un costado, aguantando la respiración.
Mi boca se inundó de ponzoña mientras mi cuerpo era presa de la excitación.
Traté de reír, traté de ocultar mi perturbación pero mi risa sonó seca, ronca, como si fuera el mismo monstruo que vive en el fondo de mi ser el que reía y no yo.

Que cerca había estado de perder el control.

—Ay, Bella — Dije en un suspiro mientras tomaba control sobre mis sensaciones.

—Se supone que tendría que arrepentirme, pero no voy a hacerlo—. Dijo inconscientemente.

Su falta de conciencia debería molestarme, pero como hacerlo si me miraba con ojos suplicantes, con la boca entre abierta, con su aliento golpeándome el rostro y en sus labios una promesa placentera.
Aun así, aun después de todo esto, aun sabiendo que podía fácilmente romper mi tan delicado autocontrol no lo estaba, no podía estarlo. Quería que me tentará, anhelaba su contacto, sus beso, anhela todo lo que aun teníamos por descubrir. Nuevamente me golpeé mentalmente, no tenía derecho.

—Quizá sea mejor que vaya a sentarme a la cama—. No debía permitir que mi imaginación me llevara tan lejos. No debía ser esclavo de mis emociones.

—Si lo crees necesario...

Bella nunca dejaría de tentar a su suerte. Sonreí y me desprendí de sus brazos. Volví a recostarme sobre su cama. Traté de no pensar demasiado en sus besos y en sus caricias. El monstruo volvía lentamente a dormir.
Decidí que lo mejor era pensar en cosas menos… estimulantes.

—Mándale recuerdos de mi parte a Renée—. Le pedí cuando comenzó a navegar buscando su corro electrónico.

—Sin problema—.

La esperanza de forzar a Bella a mantener su humanidad por amor sus padres se había esfumado hace tiempo atrás. Ella los amaba pero no era suficiente como para hacerle recapacitar. Ni la dependencia de su padre o el cariño casi protector que sentía por su madre. Ella renunciaba a todo por nuestro amor, renunciaba a todo por mi. Ahora era mi turno de demostrarle que la amaba por sobre todas las cosas, debía protegerla, debía encontrar la manera de mantenerle a salvo aunque fuera solo hasta el momento en que su vida terminara y renaciera para mi, para siempre. Sacudí mi cabeza, debía mantener la mente alerta, después tendría tiempo para pensar en asuntos mas agradables.

Había descartado la idea se huir con ella. No le tomaría mucho tiempo a Victoria volver a encontrarla y no siempre podría estar junto a ella, tarde o temprano tendría que separarme de Bella aunque fuera solo para alimentarme, no debía dejar alguna ventana para que Victoria pudiera alcanzarla. Si Bella se enterará sobre Victoria querría acelerar su transformación y no podía permitirle algo así.

Mi padre seguramente estaría de acuerdo con ella, ya podía escucharlo decir que eso era lo mas sensato que se podía hacer.
No. Esa no era la solución.

Contemplé su dormitorio. Parecía que había sido ayer cuando había entrado por primera vez por su ventana. Me reí silenciosamente al recordar mis intenciones de traer aceite para la siguientes vez ya que su ventana crujía. Era como un sueño estar sentado en su cama mientras ella esta ahí, solo a un paso de mi. Recorrí con la mirada su pequeño dormitorio, mi refugio. No existía lugar mas acogedor sobre la faz de la tierra, no existía un solo lugar dentro de el, desde donde no le hubiera observado, lo conocía como la palma de mi blanca y fría mano. Sentado a los pies de su ventana, de rodillas junto a su cama, sobre su mecedora, oculto en su armario…

Fue entonces donde algo llamó mi atención. Un objeto familiar…
Me puse de pié y caminé hacia el, tratando de reconocerlo. No me tomó mucho tiempo comprender de que se trataba, fue el mismo tiempo que te tomó a Bella seguir mi mirada y descubrir que captaba mi atención.

—¿Qué fue lo que le hiciste? —. Pregunté horrorizado mientras me acercaba al armario.

En su defensa, solo pudo agregar que había tenido problemas para extraer el aparato del salpicadero, pero ese no era motivo para torturarlo.
Una vez adentro, me incliné para tomar la caja donde este se encontraba pero ahora era otro regalo el que llamaba mi atención.
Era tan obvio, tan simple. La solución que tanto había estado buscando estaba ahí, esperando por mi, oculto todos estos meses en su armario, aguardando el momento adecuado y oportuno para salir nuevamente del polvo y el olvido.

—Ya sabes lo mal que se me dan los cacharros. No le hice daño a conciencia—. Dijo Bella a mis espaldas.

Discretamente tomé el papel, ahora solo tenía que convencerla para viajar este fin de semana. Lentamente me puse de pie y caminé hacia ella nuevamente moviendo mi cabeza, tratando de no mostrar mi repentina alegría.

—¡Lo asesinaste!—. Le reproche falsamente.

—Si tú lo dices... Agregó mientras se encogía de hombros.
Emmett se había tomado muchas molestias en escoger el regalo perfecto para Bella su cumpleaños pasado, seguramente heriría sus sentimientos si el viera algún día lo que había pasado con su presente.

—Quizá haya sido una buena idea que no hayas podido salir de casa en todo este tiempo. He de reemplazarlo por otro antes de que se den cuenta—.

Pero Bella no estaba interesada en tener o no stereo para su coche, pero no era por ella por quien lo haría. Lo haría por mis hermano y creo que por mi también, me molestaba de sobremanera todo lo referente a su viejo monovolumen.
Ella dejó escapar un suspiro resignada, entonces comprendí que había llegado el momento para hacer mi movida y tratar de cambiar el rumbo del destino.

—No es que disfrutaras mucho de tus regalos el año pasado—. Agregué mientras me abanicaba con el vale para boletos de avión que le habían regalados mis padre para que fuera de viaje a Florida a visitar a su madre.

Bella no contestó a mis palabras pero sus latidos se dispararon. Nunca habíamos vuelto a hablar sobre ese asunto y por lo general ninguno de los dos hacíamos alusión a lo sucedido en esos días. El solo pensar en ello me causaba un dolor casi físico. Comprendía el agitado latir su corazón, si el mío fuera capaz de hacerlo, también lo haría aceleradamente al recordar. Pero me concentré en lo que realmente importaba en ese momento.

—¿Te das cuenta de que están a punto de caducar? —. Le dije mientras le ofrecía el vale.

Lo miró un momento pero no mostró interés en tomarlo y me contestó indiferentemente que ni siquiera se había acordado de ellos. Pero no dejé que su falta de interés tirara mis planes por la borda. Mantuve a raya mis emociones y continué con mi tarea sicológica.

—Bueno, todavía queda algo de tiempo. Ya que te han liberado y no tenemos planes para este fin de semana, porque no quieres que vayamos al baile de graduación... — Debía jugar sucio, tal vez de esa forma lograría alejarla de la ciudad. — ¿por qué no celebramos de este modo tu libertad?—

Por un momento su rostro estuvo blanco como el del más viejo de los vampiros.

—¿Yendo a Florida?—.

Le recordé que, según sus mismas palabras, tenia permitido moverse dentro del territorio de Los Estados Unidos. Ella no respondió y me dedicó una suspicaz mirada como si mis intenciones estuvieran escritas en mi frente.

—¿Y bien?—. Seguí insistiendo. —¿Nos vamos a ver a Renée o no?—.

Estaba segura que su padre no le permitiría jamás realizar un viaje a Florida, pero él no podía oponerse a que Bella visitara a su madre.

—Ella tiene la custodia—. Agregué retando a su orgullo. Y tal como lo supuse sus ojos brillaron desafiantes.

—Nadie tiene mi custodia. Ya soy adulta—.

—Exactamente—. Le dije sonriendo ahora sin poder evitarlo.

Bella tomó unos minutos para pensar en mis palabras, unos minutos que fueron eternos. Por fin dejó escapar un suspiro y dijo que no podríamos viajar el fin de semana, pero no ir estaba fuera de mis planes.
Ella simplemente no quería tener otra pelea con su padre, según ella era demasiado pronto.

—Este fin de semana me parece perfecto —. Logre decir suavemente.

¿Porque siempre se esforzaba en hacer todo lo contrario a lo que debía hacer? ¿Algún día me ayudaría a mantenerle con vida? No. Creo que no.
Y moviendo su cabeza dijo que era mejor viajar en otra ocasión.

—Tú no has sido la única que ha pasado todo este tiempo atrapada en esta casa, ¿sabes?—.

Odiaba mentirle, odiaba engañarla. Pero no tenía salida. Talvez un día sería libre de confesar todos mis engaños y podría pedir su perdón. Pero para que ese día llegara tenía que convencerla, Bella debía subir a ese avión.

Se cruzó de brazos y entrecerró los ojos mientras me decía que podía irme donde yo quisiera. Pero lejos estaba de hacer algo como eso, simplemente el mundo exterior y todo lo que tenía para ofrecer no significaba nada, no había nada en el que me apeteciera sin ella.
Rodó los ojos en una mueca, seguramente pensaba que exageraba. Es difícil dimensionar la pasión y el amor que se siente después de tantas décadas de soledad. Ella no comprendía que no se trataba de una exageración, hablaba completamente enserio. Si fuera obligado a pasar el resto de mi existencia encerrado en su cuarto, aceptaría dichoso la condena.

Bella mantenía su postura y agregó que debíamos tomarnos el mundo exterior de a poco y sugirió que la mejor forma de empezar a saborear su libertad era yendo a Port Angeles a ver una película. Inevitablemente un gruñido salió entre mis labios producto de la frustración. Conté hasta cinco calmando mi mal genio. No serviría de nada mostrarme impaciente.

—No importa. Ya hablaremos del asunto más tarde—. Le dije más tranquilo pero Bella no hacia las cosas más fáciles para mi cambiante humor.

—No hay nada de qué hablar—. Agregó muy segura de su decisión.

Me encogí de hombros, el tema se daba por terminado… solo por ahora. Solo fue en ese momento en que Bella preguntó lo que había temido todo el día.

—¿Qué fue lo que Alice vio esta mañana?—.

Clavó su mirada en mi rostro, como su fuera yo capaz de reflejar alguna emoción en el. Interpreté el papel cínico, el mentiroso y despreciable. Aquel papel que lamentablemente se me daba tan bien. Dije que solo había visto a Jasper en un lugar extraño. Que ella creía que se encontraba cerca de su antigua familia y que al parecer eran pensamientos o anhelos inconscientes.

—Eso la tiene preocupada.—. Agregué.

—Oh. ¿Y par qué no me lo has dicho antes?—.

—No era consciente de que te hubieras dado cuenta —. Le mentí. Le mentí fria y calculadoramente. Le mentí sin pudor, sin vergüenza. —De cualquier modo, tiene poca importancia—.

"Perdóname Bella. Perdóname. Algún día lo comprenderás".

Me sentí angustiado por la falta repentina de sus ojos. Caminé hacia ella, tomé su rostro cuidadosamente entre mis manos leyendo la tristeza que repentinamente se había dibujado en el. Acaso sabía que le mentía?

—¿Qué va mal?—.

—No. No es nada. Tenemos mucha tarea, es decir yo tengo mucha tarea, para ti los cálculos son fáciles—.

—Es verdad, será mejor que bajemos—.

Incliné mi rostro sobre el de ella, apoyando mi frente en la suya por un momento y ahí estaba otra vez el deseo casi incontrolable de acercarme un poco más, de estrecharla un poco más. Inspiré llenando mis pulmones de su ardiente aroma y bese su frente.

—Bella—. Dije aun dueño de mis acciones. —Será mejor que bajemos ahora

Me senté frente al televisor mientras Bella y su padre cenaban, como de costumbre me había disculpado por no acompañarlos. Después de hacer los deberes había ayudado a Bella a preparar el extraño mejunje que comían en ese momento. Su padre había llegado de un humor excelente y había prescindido de mostrarse hostil aquella noche. Debía aprovechar esta oportunidad. Bella temía enfrentarse a él. Pero estaba seguro que no era porque le temiera a él específicamente, creo que solo no quería herirle, sería fácil para ella perder el control, Bella era como un bomba de tiempo y lo único que hacia falta era oprimir los botones adecuados y su individualidad era uno de ellos. Si su padre le retará en cualquier sentido ella respondería.
Decidí apostar todas mis cartas a esa jugada. Era la única salida.

Esperé a que terminara la cena. Su padre le contaba sobre una reunión en la reservación con sus amigos, Bella se dispuso a lavar los platos y me uní a ella para ayudarla y además terminar de una vez el asunto del viaje. Al verme entrar en la cocina su padre suspiró y caminó hacia la sala.

—Charlie—. Le llamé.

—¿Sí?—. Utilizando mi tan efectivo tono inocente de voz, le pregunté si Bella le había comentado sobre los pasajes que le obsequiaron mis padres para que visitara a su madre. En eses momento Bella dejó caer el plato que tenía en las manos. Su padre por otro lado, se había quedado rígido y su rostro comenzó lentamente a volverse rojo.

—¿Bella? —. Le preguntó perplejo.

Ella se agachó para recoger el plato sin mirar a la cara a su padre. Su corazón se había detenido unos segundo al escuchar mis palabras y ahora latía rápidamente.

—Ah, si, es verdad—. Le contestó.

Ruidosamente su Prominentia laryngea subió y bajó mientras tragaba saliva para luego mirarme con los ojos entrecerrados y decirme que ella nunca lo había mencionado.

—Ya—. Tal como lo pensaba.

—¿Hay alguna razón por la que hayas sacado el tema ahora?—. Preguntó su padre, casi a punto de darle un soponcio. Me encogí de hombros y le comenté que estaba a punto de caducar y que mi madre seguramente se sentiría ofendida si no utilizaba su regalo.

—aunque ella no ha dicho nada del tema—.

Y seguramente nunca lo diría, ni siquiera había pensado en ello. Pero el fin justifica los medios, el fin justifica los medios. No fue necesario que volteara a ver a Bella, sabia muy bien que me clavaba sus ojos iracundos mientras su padre reflexionaba sobre el asunto. Después de unos segundos dijo que probablemente sería una buena idea que Bella viajara a ver a su madre y que a Renne le encantaría la visita.

—Sin embargo, me sorprende que no me dijeras nada de esto—. Preguntó dirigiéndose a su hija ahora.

Ella contestó que se había olvidado de ellos y creo que después de todo lo que había pasado era comprensible que lo hubiera hecho. Pero su padre no pensó lo mismo, encontraba inverosímil que a alguien se le pudiera olvidar una cosa así.

—Aja —. Murmuró ella mientras se volteaba nuevamente hacia el fregadero para seguir lavando los trastos.

La mente de su padre seguía desmenuzando mis palabras.

—Creo haberte oído decir que están a punto de caducar, Edward—. Continuo su padre mientras desmenuzaba en su mente mis palabras. —¿Cuántos billetes le regalaron tus padres?—

Había llegado la hora de lanzar la bomba y sin darme mayor importancia le dije que era uno para Bella y otro para mi.

Nuevamente ella dejó caer un plato, pero esta vez cayo en el fregadero.
No voltee, seguí mirando a su padre mientras ya era victima del soponcio antes anunciado. Su rostro estaba ahora completamente rojo desde el cuello hasta su cabeza y respiraba ruidosamente, como si aquel simple acto le significara un gran esfuerzo.

—¡De eso ni hablar! —. Vociferó separando cada palabra, como si ella hubiera cometido algún tipo de crimen.

Había previsto alguna reacción como esa. Simulando sorpresa y consternación pregunte sobre respuesta.

—Acabas de decir que sería una gran idea que fuera a ver a su madre—.

El me ignoró completamente mientras se dirigía a Bella amenazante y autoritariamente.

—¡No te vas a ir a ninguna parte con él, señorita! —.

En ese preciso momento Bella giró para enfrentar a su padre.
No me siento orgulloso de mis actos ni de las consecuencias de estos. Muy por el contrario, siento una inmensurable vergüenza al ser el culpable de haber provocado la discordia en casa de Bella y al recordar las palabras cargadas de rabia que se dirigieron el uno al otro. De haber existido otra salida no habría dudado un segundo en tomarla, sin embargo no había nada que yo o cualquier otro pudiera hacer.

Ella lese enfrentó valientemente, recordándole que ya no era una niña y que ya no estaba castigada.
Pero su padre solo empeoró las cosas al querer castigarla injustamente nuevamente y solo porque el así lo quería.

Reaccionaron movidos por la intransigencia , ella apelando a su mayoría de edad y Charlie dijo que mientras viviera en su casa cumpliría con sus normas. La mirada entonces de Bella fue reveladora, fría, decidida.

—Si tú lo quieres así... ¿Deseas que me mude esta noche o me vas a dar algunos días para que pueda llevarme todas mis cosas?—.

Él no contesto, pero en su mente estaba arrepentido, no quería que su hija se marchara.
Muchos años había vivido solo.

Bella también estaba arrepentida, inspiró hondo y suavizo el tono de su voz.
Le habló sobre la forma en la cual había enfrentado su anterior castigo, pero que esta vez solo se trataba de prejuicios y que ella no estaba dispuesta a pagar por ellos.

Charlie trató de ordenar las palabras que se agolpaban en su mente pero le fue imposible.

—Tú ya sabes que yo sé que tengo todo el derecho de ver a mamá este fin de semana—. Agregó Bella. —Dime con franqueza si tendrías alguna objeción al plan si me fuera con Alice o Ángela—.

Y en resumidas cuentas no se trataba si ella viajaba con ellas o con el maldito de Jacob Black, lo que él no soportaba era que viajara junto a mi… y solos.

La discusión continuo unos momentos más, Bella había tomado control sobre esta, aclarando a su iracundo padre que no era un viaje hacia la perdición si no que solo era para ver a su madre que tenía tanta autoridad sobre ella que él.

—¿O es que cuestionas la capacidad de mamá para cuidar de mí? —. El rostro rojo de su padre cambió repentinamente a blanco por la sutil amenaza de su hija. —Creo que preferirás que no le mencione esto —.

—Ni se te ocurra —. Le advirtió, pensando en las consecuencias que ello podría arrastrar. —Esta situación no me hace nada feliz, Bella—.

Ella le aclaró que no había motivos para que el estuviera enfadado, a lo cual su padre solo respondió con un mueca.
De esta manera la calma volvió a reinar en la pequeña cocina.

Bella impulsada valientemente por haber ganado la batalla dijo que ya había cumplido con todos sus deberes escolares como domésticos y que saldría por un momento pero que volvería a la hora pactada para los días de semana.
Lógicamente su padre quiso saber donde se dirigía tan resueltamente, mientras no daba crédito a lo que escuchaban sus oídos.

—No estoy segura, aunque de todos modos estaremos en un radio de poco más de tres kilómetros, ¿vale?—.

"Ingrata, muchacha ingrata. Cambia a su viejo padre por este pedazo de hombre" Pensó su padre mientras balbuceaba, al mismo tiempo en que salía de la cocina.

—¿Vamos a salir? — Pregunté entusiasmado con la idea.

Bella se volteó para mirarme por primera vez desde el comienzo de la discusión y se veía hermosa con el rostro rojo y los ojos brillantes de rabia.

—Sí, quiero tener contigo unas palabritas a solas—.

De pronto la palabra a "solas" me resultaba demasiado tentadora, sobre todo por el aspecto que ella tenía ahora, pero era mejor no discutir con ella y después de haberme despedido de su padre, obviamente sin obtener respuesta, nos dirigimos a mi coche. Entonces, cuando estuvimos en el Bella dijo:

—¿De qué va esto? —.

" Victoria viene a Forks este fin de semana Bella y creo que es mejor que no estés aquí cuando ello suceda"

No. Creo que no.

—Sé que quieres ir a ver a tu madre, Bella. Hablas de eso en sueños. Y además parece que con preocupación—. Lancé inescrupulosamente.

—¿Eso he hecho?—. Contestó. Su rostro cambió en ese momento, la ternura invadió sus facciones.

Ver a su madre después de todo era una muy buena idea y moví mi cabeza afirmativamente.
Y aunque si todo lo que yo decía fuera cierto, si ella verdaderamente sintiera la necesidad, la añoranza de su madre, jamás y de esto estaba completamente seguro, jamás se lo diría a su padre. Con tal de evitarle un mal rato a él haría a un lado ese o cualquier otro sentimiento.

—Lo cierto es Bella, que te comportas de una forma muy cobarde con Charlie—. Continué. —, así que he intervenido por tu bien.—

Claro que ella pensaba que más que intervenido, le había arrojado directamente a los tiburones. Me burlé de su dramatismo, en ningún momento estuvo en peligro alguno.

—Ya te dije que no me apetecía enfrentarme a Charlie—.

Pero nadie le había dicho que lo hiciera y me lanzó una mirada furiosa cuando le aclaré ese punto. Yo simplemente le comenté a su padre un hecho puntual, ellos habían sobre reaccionado. Y ella no podía evitar hacerlo, sobre todo cuando su padre actuaba de la manera en que lo hacen todos los padres… supongo.

—Debe de ser que me sobrepasan mis instintos naturales de adolescente—.

Reí entre dientes mientras le afirmaba que eso no era culpa mía.
Solo pensar en la idea de Bella comportándose como una adolescente común y corriente era sumamente ridícula, ella no era una ser humano común corriente y mucho menos una adolescente. Su alma era antigua, talvez tan antigua como la mía, si es que aun tenía una.
Y era esta supuesta alma la que estaba dispuesto a sacrificar por ella, por que estuviera a salvo, lejos de Forks cuando Victoria volviera.

Por otro lado podía estar tranquilo con respecto a su padre, Victoria merodearía la casa y una fiesta en la reservación era de pronto la mejor manera de mantenerlo a salvo.

—¿Tiene que ver esta necesidad urgente de ir a Florida con la fiesta de este fin de semana en casa de Billy?—. Dijo de pronto, sacándome de mis ensoñaciones.

Traté de mantener la mascara tranquila y relajada sobre mi rostro, pero creo que no pude reaccionar frente a la sorpresa que me provocó sus palabras.

—Nada en absoluto—. Dije indignado. —No me importa si estás aquí o en cualquier otra parte del mundo; de todos modos, no irías a esa fiesta—. De eso no había la menor duda.

Entonces sus dientes se cerraron sonoramente y apretó los puños mientras su corazón latía violentamente en su pecho.
Le había molestado, mis palabras, mi tono de voz le habían molestado. Pero aun así no dijo nada, no peleó como lo había hecho hace unos momentos con su padre. Mi Bella, ella no quería pelear también conmigo. Suspiré arrepentido por mis entupidas palabras, no era justo hacer las cosas aun más difíciles para ella.

—Bueno, ¿y qué quieres hacer esta noche? —. Pregunte suave y cariñosamente después de unos minutos.

Sin pensarlo demasiado propuso ir a mi casa, hace mucho que no veía a mi madre y ahora le parecía una maravillosa oportunidad para hacerlo.
Mi madre estaría encantada, toda mi familia estaría encantada. Y mi madre lo estaría aun mas cuando supiera lo que haríamos este fin de semana…. Creo que con eso, también todos estarían encantados. Alice seguro que ya los habría puesto a todos al corriente.

Tal y como esperaba mi familia casi completa nos esperaba al llegar a casa, solo Rosalie no estaba cuando nos bajamos del coche.

—¡Bella! Exclamó Alice—. Mientras se abalanzaba sobre ella, parecía difícil de creer que no unas horas atrás se hubiera separado de ella.

Voltee mis ojos en una mueca por su sobre exagerada reacción.

"—Ya lo se todo. Edward, eres terrible—." Pensó mi hermana mientras aun abrazaba a Bella.
"—Eso aun no se los he contado, lo demás esta listo—"

Caminamos hacia la entrada donde aun permanecían mis padres y Emmett.

—Bienvenida cariño—. Dijo mi madre.

—Bella—. Le saludo mi padre en medió de una sonrisa mientras me reconfortaba en su mente.

—Hey, que sorpresa —. Agregó Emmett. —No lo creí cuando Alice nos dijo que venían en camino—.

Claro que ella lo sabía.

—Estoy tan feliz de volver a verlos—. Dijo a todos Bella.

—Nosotros también Bella, nosotros también— . Le respondió Esme mientras le pasaba el brazo por los hombros y la conducía hacia la sala.

Me resagué en la entrada para intercambiar miradas con mi padre.

"—Todo saldrá bien Edward, juntos todo saldrá bien.—"

Me entristecía saber que mi padre esperaba siempre lo mejor de mi.
¿Que pensaría de mi si le contara todo lo que había hecho esa tarde?
Pestañeé en señal de respuesta.

Caminamos detrás de ellas y al entrar Rosalie estaba ahí, sentada frente al televisor, se puso de pie y saludo a mi prometida con una sonrisa sincera en los labios. Después se disculpó y subió a su dormitorio.
Tomé la mano de Bella y le di un leve apretón, ella levantó sus ojos hacia mi y le sonreí animadamente, no quería que el mal genio de mi hermana estropeara la velada.
Ella se animó nuevamente y nos sentamos con el restó de mi familia.

Todos comprendieron el verdadero significado de nuestro viaje a Florida.

"—Wow, eso quiere decir que nos dejaras toda la acción a nosotros? Por fin un verdadero reto—" Me preguntó animadamente mi hermano en su mente.

—Me parece una grandiosa idea—. Dijo mi padre en voz alta. —Podemos ayudarlos a organizar el viaje, dejen todo en nuestras manos. Después nos organizaremos con los pormenores ¿Les parece?—.

—Gracias Carlisle—. Contestamos al mismo tiempo.

— Ahora es mejor que se diviertan, estoy seguro que debes llegar temprano a casa—.

Mi padre tomó a Esme de la mano se alejaron hacia el segundo piso.

Estaban tranquilos. Sabía que con eso trataban de mantener mi propia tranquilidad. Pero ahora me sentía mejor, tenía un par de días para organizar todo.

Salimos de casa tomados de las manos.

—He…. ¿Y que quieren hacer?—. Preguntó Alice a nuestras espaldas.

—No estoy seguro…¿Qué nos propones?—. Le contesté entre eseptico y temeroso de su respuesta-

Decidimos salir a celebrar su nueva y merecida libertad.
Conduje hasta el pueblo y nos sentamos en un pequeño café, tan solo por hacer algo humano esta vez.
Al ingresar en el, la gente volteó a vernos un pequeño momento, no era usual en nuestra familia visitar los negocios locales.
El lugar era simple, nada pensado para turistas realmente, solo un café de pueblo. Lo único entretenido en el realmente eran los tableros de ajedrez dispuestos para que los pocos clientes hicieran uso de ellos.
Reté a Alice a un corto juego y digo "corto" por que por lo general solo duraban unos minutos. Alice en su mente trataba de ver mis posibles movimientos, mientras que yo leía en su mente la respuesta a mis supuestos movimientos. En silencio nos sentamos y nuevamente solo necesité un par de movimientos para que mi hermana se diera por vencida.
Luego fue el turno de Bella y Jasper pero él era un buen estratega y ganó fácilmente.
Bella estaba feliz la idea de ver a su madre hacía que sus ojos brillaran y su risa se escuchaba clara, cristalina, como campanillas armónicas llenando por completo el espacio.

Nos retiramos poco después y llevamos a mis hermanos a casa.

—¿Nos vemos después?—. Pregunto mi hermana al bajar.

Moví mi cabeza afirmativamente y ella cerró la puerta.
Jasper se despidió con un sonrisa y conduje nuevamente hacia casa de Bella.

Escuche los pensamientos de su padre cuando apague el motor.
Esperaba por ella.
Se sentía intranquilo, pero estaba calmado, ya no estaba molesto por la pelea anterior. Ahora tenía otros asuntos en mente.

—Será mejor que no entres —. Me advirtió Bella asegurando que si lo hacia solo empeoraría mas las cosas.

Pero podía estar tranquila, su padre la esperaba y tenía unas preguntas muy incomodas que hacerle. Imaginé toda la escena y contuve las ganas de reír con todas mis fuerzas.

—Tiene la mente relativamente en calma —. Dije tratando de no reir. Me miró con recelo, intrigada por mi comportamiento supongo.

—Te veré luego —. Preguntó ella tristemente.

Volví a imaginar la cara que pondría cuando comprendiera mi actuar y esta vez no pude contener la risa.
Hubiera dado cualquier cosa por estar ahí cuando eso sucediera, habría hecho cualquier cosa por ver su expresión.
Besé su coronilla y le aseguré que volvería cuando su padre estuviera dormido, roncando.

Cuando ella entró en la casa pensé un momento en quedarme y escuchar en que orden su padre dejaba salir todas las ideas que tenía en su mente y si es que realmente lograba articular tan solo alguna de las palabras que tenía pensado utilizar. Pero mi familia me esperaba y debía hablar con ellos. Dejé de lado lo placentero de la noche y me dirigí a casa.

¿Comprenderían que me iría para alejar a Bella del peligro?
¿Serían suficientes mis razones para alejarme mientras el peligro golpeaba nuestra puerta? Victoria era inteligente, astuta. Tal vez nadie la conocía mejor que yo. Tal vez Alice debería viajar con ella, tal vez yo debería estar aquí y enfrentarla.
Pero no podría separarme de Bella, no nuevamente. El solo pensarlo me causaba dolor físico. Aunque fuera por un fin de semana.

Me encontraba a mitad de camino cuando mi móvil comenzó a vibrar en mi bolsillo.
En el visor se leía "Alice llamando" y en cuanto pulsé la tecla para contestar escuche como mi hermana gritaba en el auricular.
Frené violentamente sin dar crédito a lo que oía.
Esto era demasiado, era pasarse de la raya.

Alice había visto a Bella en la carretera, le vio camino a la reservación.
No sabía si iba o venía, no sabía la hora, no sabía nada, solo que ella manejaba y de pronto se perdía….Tan solo había dejado de verla por completo.
Solo hace algunos minutos que me había separado de ella. Si pensaba hacerlo o si lo había hecho me tenía sin cuidado.
Si planeaba hacerlo la detendría, si por el contrarío ya lo había hecho… iría por ella, sin importar lo que sucediera.

El móvil vibró nuevamente, pero esta vez era Carlisle. Conocía el significado de esa llamada. Sabía muy bien para que lo hacia.
Él me pediría que no hiciera nada entupido, pero ya era muy tarde para eso, ya la decisión estaba tomada.
Arrojé el aparato al asiento trasero y me bajé del coche.
Dejé la puerta abierta y las llaves en el contacto, seguro que mi hermana ya estaba al tanto de esto y no tardaría uno de mis hermanos en ir por el.
Además podía correr más rápido que cualquier coche.

Y así lo hice, corrí por el bosque, corrí impulsado por la rabia y la desesperación.
Lo primero era verificar si la visión de Alice se había realizado y al acercarme a su casa vi estacionado su monovulumen justo donde debía estar.
Había llegado a tiempo ella aun se encontraba en casa y me aseguraría que ahí se quedará, por lo menos esta noche.
Examiné los alrededores buscando con todos mis sentidos alguna mirada curiosa o algún pensamientos.
Nada…
Perfecto. Sin pensarlo demasiado abrí el capó se su viejo coche y extraje los cables de la batería. Estaba seguro que con eso sería suficiente pero para cerciorarme me monté en el interior esperando por mi hermosa novia fugitiva.
Presté atención a los ruidos provenientes del interior de su casa justo cuando escuche el alocado bajar de las escaleras.
Había llegado el momento.

—¿Te importa si voy a ver a Jake esta noche? —. Le dijo a su padre que al parecer aun permanecía sentado frente al televisor.

Tuve la entúpida esperanza que su padre se negara ante tal idea, pero muy entusiasta le autorizo y además le dijo que tardara lo que ella quisiera… De noche, en medio de semana…..

Mi gruñido retumbó dentro de la cabina justo cuando Bella aparecía por la puerta principal.
Cerró de golpe y corrió hacia su coche mirando una y otra vez por encina de su hombro, como si alguien o algo corriera tras ella.

Aun corriendo estiró sus manos y siguió el contorno del coche hasta llegar a la puerta del piloto.
Pensé que me vería en cuanto la abriera pero se sentó junto a mi, sin siquiera percatarse que me encontraba ahí.
Introdujo la llave en el contacto y giró de ella.

Silencio.
Nada.
Lo intentó una vez más pero nada cambió.
Entonces comencé a jugar con los cables, haciéndolos girar entre mis dedos.
Fue ahí cuando se volvió lentamente al percatarse que no se encontraba sola.
Entonces lanzó un grito el cual se ahogó casi de inmediato al darse cuenta que ella yo el que estaba junto a ella.
 
—Me llamó Alice —. Le dije mientras miraba los cables en mi mano.

Suavemente hablé tratando de mantener la calma, quería dejar claro que no solo yo era el que velaba por ella, también Alice me daba una mano en la ardua tarea que era el mantenerla a salvo.
Le conté de lo nerviosa que se había puesto cuando no pudo ver su futuro.
Ella no podía visualizar a los licantropos.
 
— Ya sabes.¿Se te había olvidado? —.
Cada vez que Bella decidía mezclar su futuro con su …. Amigo … Jacob Black, ella también desaparecía. —Supongo que no tenías por qué saberlo, pero creo que puedes entender por qué eso me hace sentirme un poco... ¿ansioso? —.

No. Esa no era la palabra adecuada, pero aun así era las suave que me atrevía a usar en ese preciso momento.
Mi hermana simplemente le había visto desaparecer, así de simple sin aviso o sin motivo y solo existía una explicación para ello.

Una noche, pocos días después de volver, habíamos discutido con mi padre el motivo de esta extraña situación.
Para Alice era sumamente desesperante, era como si repentinamente quedara ciega.

—Ignoramos por qué sucede esto. Tal vez sea alguna defensa natural innata —. Le dije recordando las palabras de Carlisle mientras jugaba con mi nuevo juguete.

Le había contado sobre la teoría de nuestra directa responsabilidad sobre las transformaciones de los Quileutes.
El creía que todo aquello era muy posible ya que nuestra llegada coincidía con la transformación del que llaman Sam Uley
 
—Esto no parece del todo creíble, máxime si se considera que yo no tengo problema alguno en leerles la mente a los hombres lobo. Al menos los de los Black. La teoría de Carlisle es que esto sucede porque sus vidas están muy gobernadas por sus transformaciones. Son más una reacción involuntaria que una decisión. Son tan completamente impredecibles que hacen cambiar todo lo que les rodea. En el momento en que cambian de una forma a otra, en realidad, ni existen siquiera. El futuro no les puede afectar...—

Esperé alguna reacción, algún grito, algún berrinche, pero no dijo nada.
Le aseguré que encontraría su coche arreglado por la mañana, si es que quisiera conducir al instituto en vez de viajar conmigo como era costumbre.
Apretó furiosamente sus labios mientras sacaba las llaves y abría la puerta para salir.

—Cierra la ventana si no quieres que entre esta noche. Lo entenderé —. Agregué suavemente, conteniendo el impulso de tomarla por los hombros y sacarle alguna palabra, la que fuera.

Pero se mantuvo en silencio y solo el sordo sonido de la puerta al cerrarse violentamente rompió el silencio.
La angustia subió por mi pecho.
No me sentía mejor, ni por un minuto me sentí mejor mientras ella se alejaba de mi, molesta, mas bien furiosa.
De un portazo cerró también la puerta de su casa.
Agarré mi cabeza con mis manos mientras sentía que mi pecho se partía en dos.
Desde su casa llegaron las preguntas de su padre y la respuesta que ella le entregó.
Temí por un momento que aceptará la propuesta de su padre y quisiera marcharse en la patrulla de policía, no quería tener que estropearlo también, pero si era necesario lo haría.
Afortunadamente Bella no aceptó y subió ruidosamente las escaleras, no sin antes decirle que mañana lo intentaría otra vez.
!Maldición¡ Isabella Swan sería mi perdición.
A este punto los portazos eran cada vez más ruidosos, su dormitorio no fue la excepción y mucho menos la ventana que cerró de golpe haciendo que vibraran los cristales.
Bajé la vista, resignado y lenta y silenciosamente salí de su coche.

¿Así que ese era el precio que debía pagar por mantenerla con vida, por evitar que jugara con la muerte, por evitar que estuviera junto a él?.

Pues si ese era lo pagaría, lo pagaría hoy y lo pagaría mañana y el día siguiente a ese también.
Llegaría un punto en que ella comprendería, en que por fin comprendiera.
Di la última mirada hacia su ventana.
El que no me dejará entrar no significaba que no pudiera permanecer oculto en las sombras o tal vez sentado sobre el tejado vigilando su sueño.

Entonces escuche como suspiraba profundamente y le vi acercarse nuevamente a la ventana para abrirla completamente.

La emoción inundo mis sentidos y solo me tomó unos segundos trepar por su ventana.
Se encontraba sentada en su cama cuando ingresé a su dormitorio y se incorporó al verme.
Sin poder controlarme me abalance sobre ella y la besé ardientemente en los labios.
Ella se pegó completamente a mi cuerpo mientras unas de mis piernas se introducía entre las suyas.
Su corazón latía en su boca, en su pecho y en su sexo… Nunca fue tan mía y nunca estuve tan lejos de poder tenerla como lo estaba ahora.